Tomatazos

Simon Pegg, muy conocido por interpretar a Mr. Scott en Star Trek - 95%, aunque también por cintas como el El Desesperar de los Muertos - 92%, Paul - 71%, Misión Imposible: Protocolo Fantasma - 93% y más recientemente Ready Player One: Comienza el Juego - 78%, decidió hablar por primera vez de sus problemas de alcoholismo y depresión que ha podido combatir con efectividad.

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En entrevista con The Guardian el actor confesó que incluso cuando su carrera parecía estar en lo más alto no podía ser feliz, ni ser parte de la franquicia de Star Trek, ni trabajar junto a Tom Cruise en Misión Imposible: Protocolo Fantasma - 93% evitaban la depresión.

Yo pensaba ‘Estoy en una película con Tom Cruise, me dieron el papel de Scotty en Star Trek. Esto debería hacerme feliz’ pero no lo hacía.

Pegg dice que sus problemas con la depresión son muy viejos, y desde los 18 años toma medicamentos. Además, gracias a sus aptitudes como actor, lograba ocultar su problema a las personas, incluso a sus amigos más cercanos.

Gracias al nacimiento de su hija y a su rehabilitación en Alcohólicos Anónimos, Simon logró salir adelante, pero recuerda su experiencia como “terrible”:

La gente cree que los yonkis y los alcohólicos son gente desmotivada y perdida. Pero no lo son, están increíblemente organizados. Pueden tomarse una taza rápida de whisky y ni siquiera notarías que se han ido. Es como si... estuvieses micro-manejado por la adicción. Pero eventualmente las señales son muy obvias.

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Una de las cintas con las que él sintió una especie de catarsis fue Una Noche En El Fin Del Mundo - 89% (The World’s End), tercera parte de la trilogía dirigida por Edgar Wright y donde actuó al lado de Nick Frost. En este filme interpreta a Gary King, un hombre que regresa a su pueblo natal obsesionado con cumplir un reto de beber en doce pubs diferentes en una sola noche:

Sentí como si le estuviera enseñando a las personas con esa película, porque así es la adicción. Es como si te creciera una segunda cabeza y todo lo que quisiera es destruirse a sí misma, y pone eso por encima de todo: tu matrimonio, tus hijos, tu trabajo.

Finalmente Pegg acepta no estar orgulloso por lo que pasó, aunque tampoco avergonzado, y espera que su ejemplo sirva para que más personas decidan tomar el camino de la rehabilitación, ya que fue “una experiencia terrible”.

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