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Considerada como una de las mejores películas de ciencia ficción que se han realizado en la historia del cine, aunque goza de mayor popularidad en Europa, Solaris - 96% proviene de uno de los cineastas más influyentes e importantes de Rusia en el tiempo de la Unión Soviética, así como uno de los más grandes del cine en su historia y su trama es uno de los mejores ejemplos de cómo mostrar relaciones humanas complejas en la pantalla grande.

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Aunque Andrei Tarkovsky realizó únicamente siete largometrajes en veinticinco años de carrera y uno de sus rasgos más conocidos era el hecho de que sus películas eran de carácter anticomercial, Solaris fue la excepción y, de hecho, se promocionó por las autoridades de ese país como “la respuesta soviética a 2001: Odisea del Espacio - 96%”, aunque era un filme que no estaba dispuesto a entretener, el cual trabajó con extrema exigencia como solía hacer a la hora de preparar y dirigir otros proyectos.

Basada en la novela homónima del escritor polaco Stanislaw Lem , fue co-escrita y dirigida por el ruso. Muy fiel a la narrativa compleja y lenta de la novela, su visión aportó con gran profundidad emocional e intelectual al relato y al género de la ciencia ficción desde su estreno en 1972; tan es así que hizo ver a otras historias dentro del mismo género como relatos superficiales, ya que no seguían la temática con la misma exigencia y no mostraba situaciones analizadas de forma detallada como lo hacía esta película.

El filme actúa como un drama psicológico lleno de meditación que ocurre principalmente a bordo de una estación espacial que orbita un planeta ficticio llamado Solaris. Allí existe una misión científica que se encuentra estancada porque tres científicos han caído en una extrema crisis emocional. El psicólogo Kris Kelvin (Donatas Banionis) es enviado en un viaje interestelar para que evalúe esta estación espacial, que cuenta con varias décadas de antigüedad, y decida si debería continuar estudiando el planeta en mención. A su llegada se encuentra con un desorden que pone en riesgo a la estación espacial, situación que empeoraría cuando al poco tiempo se entera que uno de los científicos se había suicidado y los demás actúan de forma extraña, como evasivos y sin ganas de cooperar.

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Es considerada como una película de culto, sobre todo en occidente, con gran fama en los países que en ese entonces estaban en la Unión Soviética, con escenas filmadas dentro de ella y otras en Japón. Comparte el estilo y varias similitudes con otras películas realizadas por Tarkovsky, donde se hace uso de simbolismos a través de elementos que forman parte de la naturaleza. Su única y mayor diferencia con la novela en la que se basa es que el protagonista nunca viaja a la superficie del planeta.

A continuación, algunos de los comentarios más destacados por parte de la crítica hacia Solaris de Andrei Tarkovsky:

Mark Olsen de Los Angeles Times:

La película tiene un impulso hipnótico, que atrae al espectador cada vez más profundamente en su enigmática aventura al crear un mundo propio.

Richard Brody de New Yorker:

Las visiones especulativas de Tarkovsky envuelven los misterios de la muerte y el renacimiento, el paraíso perdido de la infancia, el poder del arte para definir la identidad, la amenaza de la ciencia como vanidad destructiva...

Jay Cocks de TIME Magazine:

Los efectos son patéticos, el drama sombrío, la filosofía de la película gruesa como una nube de ozono. La trama tampoco es tan original.

Del staff de Variety:

Andrei Tarkovsky hace girar una extraña, lenta pero absorbente parábola sobre la vida y el amor en forma de un tema de ciencia ficción.

Jonathan Rosenbaum de Chicago Reader:

Más que una exploración del espacio interior que del espacio exterior, la misteriosa parábola mística de Tarkovsky se ve sustentada por la audacia del director y las notables interpretaciones de todos los actores.

Dave Calhoun de Time Out:

Es una respuesta inteligente a los excesos superficiales del género de ciencia ficción.

Adrian Massanet de Espinof:

La dualidad está presente en cada idea y en cada emoción, sin poder separar lo positivo de lo negativo, formando un todo trágico.

Michael Arbeiter de Nerdist:

Un hito cerebral e inquietante que sin duda deben marcar en algún momento de su lista de películas.

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