Cuando se descubre petróleo en la Oklahoma de los años 20, bajo las tierras de la nación Osage, sus pobladores son asesinados uno a uno hasta que el FBI interviene para resolver los crímenes.
En su apasionante, turbulento y emocionante último tercio, que incluye un epílogo ingenioso y conmovedor, Killers of the Flower Moon se convierte en más que un western revisionista, más que una historia de amor venenosa y más incluso que una película clásica de gánsteres. Se convierte en una película de Martin Scorsese y no puede haber mayor elogio.
El completo reparto está muy bien, no hay papel pequeño, y resultan creíbles nativos, hombres de la ley y facinerosos de distinto pelaje. Estamos ante una película de amplísimo lienzo, de casi tres horas y media de duración, ambiciosa y rica en contenido, que se detiene el tiempo que haga falta, por ejemplo en las reuniones tribales.
Los Asesinos de la Luna es compleja, además, porque sus dos protagonistas son bastante detestables: uno por cínico, el otro por ambicioso. Y si bien Scorsese acostumbra tener ese tipo de personajes principales, es distinto ser un gángster que mata a una banda rival o un banquero que estafa a alguna gente que cuando son responsables de crímenes en masa. Pero es Gladstone la que le da a la película la entereza y dignidad que necesita, ese personaje con el espectador se conecta, por más que pase buena parte del film casi como una inválida.
Si bien Killers of the Flower Moon no logra llegar al mismo nivel que The Irishman, el trabajo previo del director, ésta continúa siendo una gran e importante obra dentro del cine norteamericano. Especialmente en su manera de observar la devastadora historia del borrado cultural de los pueblos originarios de los Estados Unidos y la forma tan impune en que estos actos no han sido condenados debidamente por las instituciones encargadas de impartir justicia en la nación, permitiendo que estos sigan ocurriendo hasta el día de hoy, sin ninguna protección para sus ciudadanos. Un relato trágico y revelador sobre la distribución de poder y riqueza en un sistema que, lamentablemente, ha inclinado la balanza a favor de solo unos cuantos.
Con cualquier otro director, en circunstancias normales, Killers of the Flower Moon sería más fiel al libro, o incluso acentuaría su componente policiaco. La versión que nos ofrece Scorsese respeta todos los datos históricos, por lo que la fidelidad en este sentido es escrupulosa, pero desde un punto de vista narrativo el enfoque es otro. Sin perder ningún tipo de propósito del relato, cuya evolución es meridiana y satisfactoria, se desarrolla por un cauce más liviano, pese a su extensión, podría decirse que más superficial si no fuera por todo el detalle y sentido con que está construido. En ello recuerda un poco a su anterior El irlandés, no solo formalmente, sino también como punto culminante de su carrera. Aquí Scorsese reúne a sus dos actores fetiche, DiCaprio y De Niro, ambos con tremendas interpretaciones, al igual que la nueva incorporación Lily Gladstone. Es lo que se espera de ellos y cumplen, como igualmente están a la altura la fotografía de Rodrigo Prieto o el montaje de Thelma Schoonmaker. Por todo ello, la película es un prodigio de síntesis visual y ritmo, de puro entretenimiento, de nuevo, a pesar de su duración...
Quién sabe cómo hubiera resultado Killers of the Flower Moon con DiCaprio en el papel del agente del FBI encargado de la investigación que interpreta Jesse Plemons, y que este hubiera sido Ernest Burkhart. Quizás estaríamos hablando de un thriller al uso, desde la perspectiva del detective que persigue al culpable, en vez del criminal que apenas es consciente de sus fechorías. Seguramente más satisfactorio, pero seguro que muchísimo menos interesante. A Scorsese hay que pedirle justo eso; y eso es lo que nos ha dado: una película a la que volver.
...DiCaprio y De Niro se ven eclipsados por Lily Gladstone. La actriz, más conocida por su cautivador papel en la cinta Certain Women, de Kelly Reichardt brilla en pantalla. Como actriz revelación le aporta al personaje de Mollie una poderosa e imponente quietud, serenidad y, más tarde, una profunda angustia (...) la película parece preparada para ser una de las candidatas a Mejor Película, y también debería ser recompensada por su arrolladora fotografía, su lujoso diseño de producción y su meticuloso vestuario, todo lo cual ayuda a crear un mundo que se siente texturizado y real; un mundo en el que quieres pasar más tiempo.
Killers of the Flower Moon opera en tres niveles diferentes con eficacia debido al innegable oficio cinematográfico de Scorsese, patente en la nitidez narrativa con la que se desenvuelve el relato (...) Se podría pensar que a estas alturas Scorsese estaría filmando películas que bien podrían funcionar como elegías de toda una carrera, como Clint Eastwood y su modesta Cry Macho (2021), pero Killers of the Flower Moon no se percibe como tal, sino como una continuación de temas y preocupaciones recurrentes, una exploración incesante y hasta obstinada de un hombre que se niega a despedirse del cine y busca protegerlo de la destrucción y el olvido. Un viejo coyote que guarda celosamente un apacible campo de flores que solo nacen a la luz de la oscuridad.
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