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Detrás de la máscara | Un símbolo de la identidad y alter ego en el cine y la televisión.

Las máscaras han desempeñado un papel importante en la cultura y sus narrativas, representando varios significados y sirviendo a diferentes propósitos en la sociedad y la industria del entretenimiento.

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Detrás de la máscara | Un símbolo de la identidad y alter ego en el cine y la televisión.

Las máscaras han desempeñado un papel importante en la cultura y sus narrativas, representando varios significados y sirviendo a diferentes propósitos en la sociedad y la industria del entretenimiento.

POR Joyce Kauffman -

El uso de máscaras ha sido una práctica común en muchas culturas a lo largo de la historia, con rituales religiosos, ceremonias de iniciación, festividades culturales y artes escénicas. Con la llegada de la sociedad moderna, este instrumento fue llevado al cine y en la televisión donde retuvo algunos de sus significados culturales de origen aunque más tarde desarrollarían una tradición propia mediantes sus géneros narrativos.

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Desde una perspectiva psicológica, las máscaras pueden ser interpretadas como una forma de ocultar la verdadera identidad de una persona, permitiéndole adoptar una nueva personalidad o papel. En este sentido, las máscaras pueden ser consideradas una forma de escapismo o de protección contra el mundo exterior. En el ámbito histórico, las máscaras han tenido un papel destacado en muchas civilizaciones antiguas, desde la Grecia clásica hasta las culturas africanas y americanas. En muchos casos, las máscaras eran utilizadas en ceremonias religiosas o pero también llegaron a ocupar lugares importantes en contextos políticos y de guerra.

Las máscaras han sido utilizadas en diferentes sociedades y culturas como un medio para representar simbólicamente ciertos aspectos de la vida, tales como la muerte, la fertilidad, la guerra o la paz. Las máscaras y el enmascararse eran componentes significativos de la estructura de deidades, como en la Antigua Grecia la máscara de Dionisio se utilizó para representar al dios del vino y la fertilidad. En el Antiguo Egipto el dios Anubis a menudo se representaba con una máscara con cabeza de chacal. Las máscaras de los mayas a menudo estaban adornadas con elaborados tocados y otros elementos decorativos, que comúnmente representaban al dios Chaac.

En el sintoísmo japonés, las máscaras se usan en varios festivales y ceremonias religiosas representando distintas deidades o espíritus, como el Tengu, una criatura del folklore considerado al mismo tiempo dios sintoísta (kami) o yōkai (criatura sobrenatural). Por su parte, los animales son un tema recurrente en las máscaras africanas, que representan la estrecha armonía que las tribus comparten con el mundo natural. Algunas otras representan los espíritus de antepasados, convirtiéndose en un medio para comunicarse con ellos. Si en medio de un baile ritual se habla con la máscara puesta, el público creerá que sus palabras provienen de los muertos, y un sabio intermediario debe descifrarlas.

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Si bien la mayoría de las máscaras actúan como una puerta de entrada al mundo de los espíritus, en algunos casos la máscara representa el espíritu mismo. En la cultura Kuba de Zaire, las máscaras representan antiguos reyes y gobernantes. Puede tratarse también de fuerzas sobrenaturales invisibles que son beneficiosas para las comunidades, desde la fertilidad hasta el clima. También juegan un papel importante durante ceremonias como nacimientos, bodas, funerales y ritos de iniciación.

Pero los temas relacionados con la cultura y las máscaras siempre han sido, ocupando un lugar especial de importancia y siempre con la intención de hacer que el espectador recuerde la imagen o presencia relacionada a un símbolo que tiene que ser descifrado. El uso de máscaras en varias culturas ha sido moldeado por creencias sobre los fenómenos naturales y la necesidad de supervivencia, pues en sus rituales y ceremonias se honran a lo sobrenatural para asegurarse de que proporcionen lo esencial para la vida.

Por otra parte, las máscaras también se utilizaron para definir el orden social y la jerarquía de poder o para transferir conocimientos de una próxima generación. Estas eran parte de las tradiciones que ayudaban a mantener esta continuidad del concepto de identidad era importante para distinguir rasgos únicos en individuos o grupos. Y es que sin importar la conexión específica de las máscaras con aspectos particulares de sus culturas y sociedades está siempre se han usado para salvaguardar costumbres y creencias, pero también evolucionaron para satisfacer las necesidades cambiantes de la humanidad. En su faceta de expresión artística también contiene una serie de comentarios sociales y políticos que reflejan valores y creencias así como actitudes de una comunidad.

A medida que evolucionaron las sociedades, también lo hizo el uso de máscaras, y se volvieron más elaboradas e intrincadas. Su uso en la cultura ya no se limitó a una región o período de tiempo en particular, siendo ahora utilizadas por sociedades de todo el mundo con fines cada vez más apegados a las expresiones artísticas. En su artículo El individuo y sus máscaras la investigadora Belén Altuna explora la oposición entre rostro y máscara, discutiendo la historia y evolución de los conceptos de "rostro" y "máscara" en diferentes culturas e idiomas, y cómo se relacionan con la idea del individuo y la representación del yo.

La autora rastrea la evolución de las máscaras desde el Renacimiento hasta la época contemporánea, sosteniendo que que el auge del individualismo en el Renacimiento llevó a centrarse en el individuo en el retrato, mientras que la invención de la fotografía democratizó la capacidad de tener una imagen propia. Altuna también analiza el impacto de la tecnología en la representación de rostros y la reproducción y manipulación de imágenes, afirmando que la proliferación de imágenes en la sociedad contemporánea ha provocado una pérdida de la identidad personal y un predominio de tipos genéricos y máscaras.

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De esta manera reconoce el potencial de homogeneización y estandarización de los rostros en la sociedad de masas, que lleva a la pérdida de la individualidad y al auge de máscaras y estereotipos. A pesar de estos desafíos, la autora argumenta que el valor del rostro individual y su singularidad siguen siendo importantes ,enfatizando la importancia de equilibrar los dos rostros, el vestido y el desnudo, en la sociedad contemporánea.

En el libro Masking the mask, Gary Edson señala que las máscaras eran a menudo objetivaciones de la vida, presentando una cara distinta y/o nueva s sul espectador y que sirve a diferentes propósitos en la sociedad. Afirma que su uso refleja las necesidades humanas de relacionar lo único con lo común y de comprender costumbres y prácticas de entidades o naturaleza desconocidas. En algunas culturas, se utilizaron como modificaciones corporales para aumentar el atractivo sexual o para evitar espíritus malignos o para aumentar el poder espiritual, así como forma de castigo o para marcar a las personas como marginadas. Estas prácticas se utilizaron para protección, estatus social, comunicación y para transmitir membresía y estatus en organizaciones místicas y secretas.

Es así como tenemos sobre la mesa distintas formas de entender a las máscaras de manera individual colectiva y con sus diferentes representaciones en las culturas del mundo pero esas también cuentan con un grado de homogeneidad en el sentido lo de la diferencia que representa ese otro ajeno al yo que yace debajo de la máscara. En su exhaustiva obra La Máscara de Dios el escritor Joseph Campbell explora la mitología y los símbolos de diferentes culturas a lo largo de la historia, ahondando en las máscaras e historias que los humanos han creado en su búsqueda de sentido y trascendencia.

Para Campbell la máscara representa la forma en que los seres humanos creamos mitos y símbolos para ayudarnos a comprender el mundo que nos rodea. Argumenta que los mitos y símbolos que creamos no son simplemente historias o imágenes, sino que son una forma de conectarnos con lo divino, de dar sentido a los misterios de la vida y la muerte, y de comprender nuestro lugar en el universo.

Es así como una máscara puede usarse para transformar la apariencia y la identidad de una persona, los mitos y los símbolos pueden transformar nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos. Campbell ve estos mitos y símbolos como herramientas para el autodescubrimiento y la transformación, y cree que tienen el poder de inspirarnos y guiarnos en nuestro viaje por la vida. Al enfatizar la alegoría de la máscara, Campbell sugiere que los mitos y símbolos que creamos no son inmutables, sino que pueden adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad. Sostiene que al comprender el poder del mito y el símbolo, podemos aprovechar su potencial creativo para dar forma a un futuro mejor para nosotros y para el mundo.

A lo largo de los cuatro textos que comprenden este trabajo, Campbell enfatiza la universalidad del mito y su importancia en la cultura humana. Muestra cómo los mitos no son sólo reliquias del pasado, sino que siguen siendo herramientas relevantes y poderosas para comprendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Y aunque es posible que hoy en día no entendamos al mito de la misma forma en la que lo hacían las civilizaciones antiguas, lo cierto es que estos están más presente que nunca en nuestra cultura popular.

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Como representaciones simbólicas de nuestras aspiraciones, miedos y deseos más profundos, estos mitos y símbolos sirven como una especie de máscara a través del cual podemos conectarnos con el aspecto trascendente de nuestra humanidad y comprender nuestro lugar en el universo. Desde nuestro actual contexto histórico es posible retomar el entendimiento de Campbell por los mitos y símbolos de diferentes culturas como expresiones de la misma experiencia humana, a la par que sostiene que estudiarlos puede ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. También enfatiza la importancia de la creatividad y la imaginación en la creación de nuevos mitos y símbolos que puedan inspirar y transformar la sociedad.

Con este marco simbólico la máscara llega desde las artes escénicas a nuestra realidad, particularmente dentro del cine y la televisión donde las máscaras siempre han sido utilizadas como un recurso dramático para enfatizar la emoción de los personajes. Desde el expresionismo alemán hasta el cine de superhéroes moderno, las máscaras han sido una herramienta importante para la construcción de personajes y el desarrollo de historias repletas de emociones exacerbadas.

Este ha sido un elemento recurrente en el cine y la televisión de terror, pues las máscaras han sido utilizadas para crear personajes perturbadores y espeluznantes que han dejado una huella en la cultura pop. Desde el icónico asesino enmascarado Michael Myers de la saga Halloween - 94% hasta de la franquicia La Masacre de Texas (2003) - 36%, Leatherface es un asesino que empuña una motosierra usando una máscara hecha de piel humana, lo que resalta su apariencia terrorífica. De igual manera, el Jason Voorhees Viernes 13 - 58%, un asesino en serie que usa una máscara de hockey y que se ha convertido en un símbolo reconocible del género.

En el terror, la máscara puede ser vista como una forma de ocultar la verdadera identidad del personaje, generando una sensación de incertidumbre y misterio en el espectador. La máscara se convierte en un símbolo de la identidad del personaje y su rol en la historia, permitiéndole adoptar una nueva personalidad o alterar su apariencia que continúa aumentando el suspenso y el miedo en la audiencia a lo largo de la narración.

En algunos casos, el uso de máscaras en el cine y la televisión dentro del género del horror también puede ser asociado a ciertos arquetipos culturales o mitológicos, como la máscara utilizada en la película Scream: Grita Antes de Morir - 78% está asociada con la figura de la Muerte. La icónica máscara de Ghostface en esta franquicia se ha convertido en un símbolo del miedo, terror y el género slasher en la cultura pop. Desde una perspectiva psicológica, la máscara representa el miedo primario a lo desconocido y el horror de ser acechado por un asesino anónimo. Este miedo se ve amplificado por los ojos y la boca alargados de la máscara, que dan la impresión de una versión distorsionada y retorcida de un rostro humano.

El rostro inexpresivo de la máscara también aprovecha el miedo a lo extraño y a lo inquietante, nuevamente pensando en ese otro ajeno al yo desde la perspectiva más ominosa. Pero en este caso hablamos de una franquicia más viva que nunca, que ha sabido resignificar y actualizar estos conceptos y autoreferencias el género del horror en un ejercicio metaficcional acertado. Así, tanto estas cintas como la máscara que las simboliza contaron con versiones satíricas y autoconscientes del género, convirtiendo a Ghostface en un ícono más allá el bien y del mal.

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Pero como bien sabemos entrada la tercera década del siglo XXI, las narrativas de superhéroes han dominado la Industria del entretenimiento en la pasada década y las máscaras también ocupan un lugar importante en ellas. Desde Spider-Man, Wolverine y The Flash, estas máscaras representan personajes y connotaciones específicas que cuentan los mitos actuales que reflejan problemáticas sociales e individuales con un trasfondo de tragedia que dio paso al héroe.

La máscara de Batman - 72% es uno de los símbolos más emblemáticos del mundo de los superhéroes y representa la personalidad misteriosa y melancólica del alter ego de Bruce Wayne. Desde una perspectiva psicológica, la máscara puede verse como un símbolo de la confusión interna y la identidad fracturada. Pero este significado contrasta con el hecho de que su manto se convirtiera en un emblema icónico de heroísmo y justicia, pues la imagen del Caballero Oscuro es el más grande símbolo de la lucha contra la corrupción y perversión en Gótica.

Más allá de proteger su identidad secreta, la máscara de Batman también representa la dualidad de la naturaleza humana, Bruce Wayne pertenece a la más alta esfera de la sociedad y a la vez es un justiciero que lucha contra el crimen, y la máscara le permite reconciliar estos dos aspectos de su identidad. La máscara también refleja el tono oscuro y melancólico del mito de Batman, que ha influido en la configuración del tono de la narración moderna de superhéroes.

Ese conflicto de identidad detrás de la máscara puede ser examinado gracias a lo propuesto por los autores Sarah K. Donovan y Nicholas P. Richardson, quiénes acuden a la filosofía de Friedrich Nietzsche y Michel Foucault para interpretar lo corporal y lo espiritual. Así, en su texto Under the Mask: How Any Person Can Become Batman, afirman que ni dios ni la biología explican o determinan adecuadamente cómo llamarás a tu identidad (o a ti mismo, a tu personalidad o a tu subjetividad. De tal manera que quién eres es un producto tanto de tu entorno como de cómo te comprendes y te creas a ti mismo dentro de ese entorno.

De tal manera que no existe un significado profundo para tu vida pues no eres más que las identidades múltiples y a menudo conflictivas con las que vives, o en las que te conviertes, cada día o incluso momento a momento. Según Nietzsche y Foucault, nuestra rutina diaria nos insensibiliza ante estas verdades, y esta falta de comprensión limita nuestra libertad. Pero Batman es capaz de abrazar estas verdades, en este caso, las identidades de Bruce Wayne y Batman se superponen y son conscientes de la otra a través de la memoria, quizá traumática, pero encaminada hacia la justicia.

Ya sea Pantera Negra - 90%, el Sin Cara de El Viaje de Chihiro - 97% o la máscara de Anubis en la saga de La Momia Regresa - 47%, las máscaras tienen un impacto psicológico y cultural significativo. Desde su evolución como deidades y fuerzas en la naturaleza en la antigüedad hasta su llegada al mundo del entretenimiento y la cultura contemporánea, estas poseen la capacidad de evocar emociones así como de transmitir una sensación de misterio y símbolo de identidad y poder.

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