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RESEÑA | Red Rocket: América sin filtro rosa

Sean Baker captura el lado oscuro de la humanidad en su estado más puro (y divertido) con Red Rocket.

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RESEÑA | Red Rocket: América sin filtro rosa

Sean Baker captura el lado oscuro de la humanidad en su estado más puro (y divertido) con Red Rocket.

POR Jorge Mendoza -

El cine siempre ha sido un medio contundente para hacer comentario social y político. Entre tantas voces que buscan transmitir sus inquietudes por medio del arte encontramos al cineasta Sean Baker, que nos ha regalado dos parábolas excepcionales sobre la vida estadounidense conocidas como El Proyecto Florida - 96% y Tangerine: Chicas Fabulosas - 97%. Con Red Rocket - 97%, el último capítulo en su filmografía hasta ahora, el director una vez más demuestra que no tiene miedo en mostrar historias reales y humanas sin ningún filtro rosa de por medio, ofreciendo una película extremadamente salvaje, provocadora y desagradable de que la es imposible salir ileso (o al menos con ganas de darse una ducha después de verla).

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Escrita por Baker y Chris Bergoch, Red Rocket presenta un retrato oscuro y divertido de Mikey Saber, una anteriormente exitosa estrella de cine para adultos que regresa a su ciudad natal. Ahí le será importante persuadir a las personas para que hagan lo que él quiere, además de obtener su cariño y aceptación. En el elenco podemos encontrar a Simon Rex, Bree Elrod, Suzanna Son, Ethan Darbone, Brenda Deiss y Brittney Rodriguez.

Desde el primer instante, Baker nos transporta a la dura vida en los barrios bajos de Texas con una dirección que va de lo ligeramente incómodo a lo caótico y estresante, manipulando con agilidad las emociones del espectador mientras aumenta su tensión corporal, dejándolo con la certeza de que algo malo va a pasar pero sin saber cómo o cúando. La película presenta un catálogo de personajes y situaciones ciertamente deplorables, pero el director captura todo con un lente empático que no juzga ni reprende, simplemente está fascinado con relevar la humanidad que habita en ellos, con grietas y todo lo que conlleva. Similar a lo que ha hecho en sus otros proyectos, Baker una vez más hace que las cosas mundanas cobren vida y luzcan hermosas con el uso de colores vibrantes y una cinematografía seductora, en un estado constante de yuxtaposición con lo desagradable.

Hay que decirlo, en el guión la trama es prácticamente inexistente, lo que vemos se asemeja más a un estudio de personaje en múltiples capas que se desarrolla a través de una odisea sarcástica de acontecimientos. Si tuviera que describirlo con ejemplos diría que es como la versión en crack o embriagada hasta la intoxicación de lo que han hecho películas como Boyhood: Momentos de una Vida - 98% o Licorice Pizza - 100% en su afán de capturar momentos en un espacio de tiempo definido. Lo que ofrece por momentos llega a ser retorcido y duro, pero se siente auténtico y es una historia que nadie más está contando en estos momentos, con personas y problemáticas que existen en nuestra cotidianidad. La crítica social también está implícita en la escritura, aunque de forma más satírica que en los trabajos previos de su autor, cuestionando con ingenio a la industria pornográfica, el sueño americano y la cosificación sexual.

En el apartado actoral, Simon Rex es el que brilla más de todo el conjunto con una actuación fuera de todos los estándares. El protagonista, al que da vida Rex, es un parásito de la sociedad que no hace más que abusar de todos los que están en su entorno para su propio beneficio, presentando en más de una ocasión conductas sexistas, narcicistas, egoístas y abusivas. Sin embargo, es difícil no caer rendido ante los encantos del actor, que aporta una tonelada de carisma, vulnerabilidad, energía y sinceridad en partes iguales a su rol, despertando simpatía (por más raro que suene) en la audiencia y dejando su trabajo como un testamento de sus afianzadas habilidades dramáticas. Incluso físicamente, Rex transmite las emociones de su personaje a 100 millas por hora, con una mirada que refleja la falta de alma en él y un lenguaje corporal como si estuviera en modo de supervivencia todo el tiempo.

Uno de los sellos del director que ha permanecido intacto en todos sus proyectos es reclutar en el elenco a actores prácticamente desconocidos o debutantes y obtener de ellos interpretaciones de naturaleza certificada que no le piden nada a grandes nombres en la industria. En el caso de Suzanna Son, la coprotagonista de Rex y su interés amoroso en la película, sorprende que este sea su debut ya que posee un magnetismo genuino que eleva cada escena en la que aparece. La actriz no solamente brinda confianza y fuerza a la pantalla con su presencia, también comparte una química notable con su compañero de rodaje que carga sobre sus hombros a toda la cinta en su segunda mitad. Los que también se llevan méritos son Brittney Rodriguez y Ethan Darbone que, aunque tienen apariciones muy breves, brindan el comic relief necesario para que la historia respire de tanto drama.

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Aun así, este está lejos de ser un título perfecto. Desde su estreno en Cannes 2021, Red Rocket causó controversia con la relación entre una menor de edad y un adulto en su núcleo, y si bien nunca se siente como si glorificara este tipo de conducta, el enfoque de Baker no es lo suficientemente nítido para considerarse reprobatorio. La edición hace maravillas con el material pero definitivamente esta es un drama con el que no todos van a poder conectar; si no disfrutas de las películas que se desarrollan en su totalidad por medio del diálogo, sus más de dos horas probablemente te resultarán pesadas e incluso aburridas. El humor no siempre aterriza como debería por su naturaleza americana, pero cuando lo hace, es perfecto. Y aunque la banda sonora sea 100% kitsch, termina siendo un gran acierto que empata con el tono del metraje.

Finalmente, Sean Baker captura el lado oscuro de la humanidad en su estado más puro (y divertido) con Red Rocket - 97%. Su efervescente dirección, un guión bizarro e inusual y actuaciones brutalmente honestas giran en torno a la misma órbita caótica para convertirse en dinamita cinematográfica. Para cuando los créditos comiencen a rodar, no volverás a ver “Bye Bye Bye” de NSYNC de la misma manera.

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