Tomatazos

No hay nada más enriquecedor y edificante que una sana discusión en redes con otras personas, debatir de diferentes temas (desde sociedad hasta bellas artes) con individuos situados a kilómetros de distancia. La magia de la tecnología nos permite intercambiar opiniones y saber lo que piensan personas de otras latitudes, de otros países y culturas. El Internet hace todo esto posible y, en el caso específico del cine, nos abre una puerta llena de posibilidades para la discusión y el análisis cinematográfico. Podemos leer y ver a críticos con diferentes visiones del séptimo arte discutir esto que tanto nos apasiona, porque el cine es más grande que la vida misma y siempre ameritará su debida disertación.

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La belleza de todo esto está en leer y escuchar opiniones que difieren de las propias, en conocer argumentos de todo tipo respecto al por qué una película funciona (o no funciona) a los ojos de otra persona. Si todos tuviéramos la misma opinión en todos los temas habidos y por haber sin duda este mundo no avanzaría mucho, además de que sería harto tedioso. Curiosamente, el cerebro humano es propenso a buscar información que coincida con la que ya tiene almacenada. Dicho sea en otras palabras: no es raro que las personas rechacen opiniones y datos que contradigan sus opiniones. Buscar rodearse de gente que te diga que sí a todo es algo que en inglés se le llama una “echo chamber”, una cámara de eco en la que otros repiten lo mismo que uno dice.

¿De qué sirve entonces conocer otras opiniones si no estamos dispuestos a entablar diálogo y a considerar ideas distintas, incluso adversas? Caer en este dilema es condición humana y a todos puede pasarnos en algún momento, pero definitivamente hay que reconsiderar las cosas y no caer en errores comunes: enojarse, insultar, trollear y dar el carpetazo al asunto bajo la presunción de que uno está en lo correcto y la otra persona está mal. De ahí la razón del siguiente texto: entender el proceso en el que uno pierde la cabeza, los motivos que orillan a la mente a perder sus cabales y qué soluciones puede haber para esta contrariedad.

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¿Tiene sentido y razón de ser tu molestia?

Empecemos con algo muy obvio: si leer opiniones de cine (u otros temas) en redes provoca la ira en tu ser, quizás, sólo quizás, las redes no sean para ti. Nada de malo hay en admitir esto; una vez más, el cerebro humano tiende a evadir lo que lo contradice y varias personas nunca terminan de desarrollar la habilidad para entablar un debate con alguien que piensa distinto a ellos. Debemos también estar de acuerdo en que, si una reseña de cine provoca el deseo de insultar, mentar madres, acosar y querer ponerse “gallito”, es probable que una visita al psicólogo sea una prioridad más que necesaria. ¿El texto o video en cuestión fue leído o visto a consciencia? Es fácil identificar a alguien que no leyó el texto que ataca: no cita pasajes del mismo y sólo se enfoca en argumentos ad-hominem (ataques a la persona que escribe). Sus comentarios pueden variar: desde pasivo-agresivos “esta página ya no es lo que era en sus buenos tiempos” hasta un “malditos fraudes, son un asco y no sirven para nada, no los leo pero aún así tenía que entrar a decirles lo que son” o bien, un simple e inofensivo: “repoio, pasen el pack esos quienes son que página tan pitera xdxdxd.”

El texto fue leído de principio a fin y tu enojo continúa, crees que cualquiera que osa cuestionar la genialidad de Christopher Nolan es un tarado; eso o estás convencido de que los que dieron malas reseñas a Batman vs Superman: El Origen de la Justicia - 27% son unos “marvelitas”. Quizá tus argumentos son más concisos (no construyamos tampoco una falacia de hombre de paja aquí) pero tus vísceras siguen notablemente perturbadas. La frase “kill your idols” juega un papel fundamental aquí (no literal eso sí, no hagan un Mark David Chapman, por favor) y es que al tener una adoración ciega hacia un artista u obra se vuelve muy difícil emitir una opinión objetiva al respecto. Si hasta un cirujano experto puede equivocarse en una operación, un director o guionista también pueden tener errores de juicio y parte de la labor de un crítico de cine es señalar dichos errores de manera oportuna. La adoración ciega a una franquicia (sea un Star Wars o una cinta de Marvel o DC) es de lo que los buitres de los grandes estudios se alimentan, así que no se conviertan en carroña de las salas del cine. El arte nunca avanzará si evitamos tener una discusión sobre éste, "si no tienes nada bueno que decir no hables" puede ser una frase nociva en varios casos.

Escribe una réplica en lugar de insultar

Comportarse como troll nefasto en redes y amarrar navajas no deja nada provechoso. Por supuesto, tampoco quiero sonar a la mamá de nadie, pero la realidad es que el tiempo invertido en insultar y andar de troll puede usarse para hacer algo mucho más constructivo. Si el texto o video fue en verdad algo que tocó una fibra, o bien, algo que debe estar sujeto a una discusión, entonces no hay mejor manera de crear un debate que responder con un texto que aborde el tema que se discute en lugar de mandar amenazas de muerte y con ello alimentar estereotipos negativos del fanboy ortodoxo. Una vez más, no se insultó a la progenitora de nadie o se sacrificó algún ser vivo a los dioses del cine, se dijo que una película no es buena. Si pueden salir todos los días al transporte público de su ciudad y vivir para contarlo, entonces responder a un crítica negativa de una cinta debe ser como un paseo por el parque. En un orden de ideas similar: pedir que algo desagradable o sobre lo que se tiene una opinión poco popular sea removido y censurado tampoco suena a una invitación al debate, todo lo contrario: es querer callar y silenciar a quien lo dice y con ello pareciera dar la razón más que señalar algún error en su juicio. Una video reseña reciente de un famoso canal de YouTube sobre Cazafantasmas - 73% causó que varios acusaran al canal de todo tipo de crímenes contra la corrección política porque, aparentemente, presentar argumentos sobre una película (para bien o para mal) debe ser perseguido si esto molesta a ciertas personas. El tesoro de unos es la basura de otros y viceversa; aceptarlo hará la vida más ligera, garantizado.

Amo a calmarno y mejor amo a platicar

La noción que desean empujar ciertas figuras en los estudios (que los críticos odian sin razón ciertas películas, que sitios como Tomatazos dañan la taquilla) sin duda arroja gasolina al fuego de las discusiones en línea. Las persecuciones a actores u otros artistas por hacer comentarios “inapropiados” (políticamente incorrectos) y en general todo el clima político y social actual pareciera que ha generado la cultura del “estoy ofendido”, frase que define a muchas personas que habitan en redes. El cine puede ser un encanto mágico, pero también una frivolidad absoluta y lanzar cruzadas y guerras santas en contra de alguna cinta, director o crítico es admitir que hemos perdido la cordura. El cine es una forma de expresión artística y un gran entretenimiento, uno que cuesta mucho dinero, eso sí. Ver más cine y entender sus diferentes aristas culturales debe ser una prioridad más alta que hacer un lodazal en redes y tratarlas como un lavadero de chismes. Claro, cada quien sabe mejor que nadie qué hacer con su tiempo libre, así que pueden entrar en el muro de comentarios a decir que somos un asco, o bien, unirnos en una canción tipo Imagine de John Lennon… ok, tampoco exageremos. Algo sí es muy cierto: es más fácil destruir que crear y hasta crear una respuesta con argumentos e ingenio requiere un poquito de esfuerzo. ¿Por qué no hacerlo más seguido?

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