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Los Cabos 2022 | RESEÑA: The Whale | La culpa y la redención

La autodestrucción, la culpa y el sacrificio establecen las bases de The Whale, el contundente regreso de Brendan Fraser a la actuación.

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Los Cabos 2022 | RESEÑA: The Whale | La culpa y la redención

La autodestrucción, la culpa y el sacrificio establecen las bases de The Whale, el contundente regreso de Brendan Fraser a la actuación.

POR Alejandra Lomelí -

Cinco años han pasado desde que vimos el último largometraje de Darren Aronofsky, ¡madre! - 69%, una película con la que, entre otros temas, realiza una parábola religiosa, uno de los temas y figura narrativa recurrentes en su filmografía. Personajes presa de diversos estímulos y excesos, sueños rotos, relaciones familiares fracturadas, la búsqueda de redención… todo eso configuran las coordenadas de su estilo, por lo tanto, La Ballena - 73% no podía ser de otra manera, sin embargo, muestra un viraje en su visión de la fe, marcando una evolución en su temática: aquí la fe no se encuentra en lo divino, sino en los otros, la fe en la humanidad. Claro que el camino no es sencillo, es una película compleja donde la autodestrucción, la culpa y el sacrificio juegan un papel protagónico.

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The Whale es también una película muy esperada por significar el regreso de Brendan Fraser a la actuación tras años complicados en los que tuvo que lidiar con una terrible depresión, acoso sexual y un divorcio. Su regreso no ha defraudado. Su experiencia de vida durante los años que estuvo alejado de las pantallas ha nutrido a su interpretación, Charlie, su personaje, resulta difícil imaginarlo con otro actor, es él quien le aporta los matices de frustración y encanto de aquel que se sabe condenado.

Charlie (Brendan Fraser) es un solitario profesor de escritura que pesa más de 250 kilos y cuyos excesos lo ponen al borde de la muerte. Su enfermera, Liz (Hong Chau), le ayuda a sobrellevar su precaria condición física, sin embargo, lidia con muchas cicatrices emocionales que le generan una sensación de culpa. Traumatizado por una trágica pérdida e intuyendo el final de sus días, Charly intenta reestablecer el vínculo con su hija de 17 años, Ellie (Sadie Sink), pero el peso del tiempo perdido se presenta como un lastre difícil de sobrellevar.

Charly es un personaje que tiene coincidencias con todos los personajes anteriores de Aronofsky, pero recuerda mucho a aquel luchador profesional en decadencia que interpretó Mickey Rourke en El luchador - 98%, ya sea por su tendencia a la autodestrucción o por la mala relación padre-hija. Pero el director no se recrea en la comparación, este personaje trágico busca expiar sus culpas flagelando su cuerpo con la ingesta desmedida de comida chatarra, motivado por el remordimiento de haber abandonado a su hija o porque encontró el amor en un hombre, piezas que se van revelando poco a poco, armando el rompecabezas de las decisiones que llevaron a Charly a enclaustrarse y su deseo por sanar el vínculo con lo único que hizo bien en la vida y le trascenderá, su hija.

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Algo importante de mencionar es que la película está basada en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, y en cierto sentido, llega a parecer muy teatral porque constantemente hay diálogos y la acción transcurre completamente en un solo escenario, pero La Ballena - 73% tenía que ser así, si en esta ocasión Darren Aronofsky no ofrece una puesta en escena experimental optando por una clásica, sí se arriesga en el fondo con unos diálogos profundos y ambientes claustrofóbicos que encuentra en los cambios de la relación de aspecto la forma de aprisionar todavía más al personaje.

Aronofsky se toma su tiempo para construir las situaciones, para describir las razones del confinamiento y deterioro de Charly y para presenciar su descomunal figura. Sí, la primera hora es densa porque los diálogos no dan un respiro y también porque se enfatiza en capturar la colosal obesidad del personaje de una forma peligrosamente reiterativa, pero la segunda mitad encuentra el ritmo para agilizar las situaciones que desencadenarán uno de los desenlaces más bellos y devastadores en la filmografía del director.

El sacrificio y la fe en el prójimo son las reflexiones que quedan flotando en nuestra mente tras experimentar La Ballena - 73%, un retrato conmovedor sobre la condición humana que se engrandece con la honesta interpretación de Brendan Fraser y el resto de actores secundarios que tienen sus momentos estelares.

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