Jason Bourne - 55% es el estreno con mayores reflectores de esta semana. Se trata de la quinta entrega de esta popular franquicia fílmica (que comenzó en 2002 con Identidad Desconocida - 
83%), cuarta protagonizada por Matt Damon y tercera dirigida por Paul Greengrass. Tanto Damon como Greengrass se vuelven a encontrar tras nueve años, ya que la pasada entrega (El Legado Bourne - 55%) se alejó del personaje central y fue dirigida por Tony Gilroy , quien había sido el escritor principal de la saga hasta, precisamente, esta quinta cinta.
De acuerdo con la crítica especializada, Jason Bourne es un intento por regresar a la trilogía original. El deseo del estudio cinematográfico responsable (Universal Pictures) por retornar a lo básico tiene que ver con el hecho que la película previa no fue el éxito de taquilla deseado (tampoco recibió buenas críticas); pero la decisión provocó tanto buenos como regulares resultados.
El protagonista Jason Bourne ahora se gana la vida en peleas ilegales, pero pronto regresa a lidiar con los mismos temas de las entregas anteriores: debido a que podría descubrir más sobre su padre, decide volver a la acción. Algunos críticos detectaron que Gilroy no entregó escenas de acción tan destacadas como las de Greengrass en El Legado Bourne, por ende en esta ocasión ese problema queda resuelto. Si por algo vale la pena Jason Bourne es por sus secuencias de acción que muestran a un director experimentado, con un estilo por demás definido (el uso de la cámara en mano es una de las características). En especial existe una escena de acción, desarrollada en las Vegas, que comprueba la maestría del hombre detrás de la cámara; sin embargo, nada se puede pensar como algo realmente novedoso. Se dice que Jason Bourne es el equivalente al álbum de grandes éxitos de una banda que alguna vez fue popular y le trajo frescura a su respectivo género. Por ejemplo, Tim Robey crítico de cine del Daily Telegraph, dijo de Jason Bourne:
Es una secuela que sigue la fórmula de las cintas anteriores. Nos muestra al Bourne que conocemos y al que la audiencia quiere.
Las principales quejas vienen del guión, co-escrito por el propio Greengrass, quien no le llega a la altura a la intriga desarrollada por Gilroy en la trilogía inicial. Quizá no es culpa de Greengrass sino del simple hecho que el personaje de Bourne no tiene más de donde exprimirse. Aquí no hay nada que funcione tan bien como el misterio original de la identidad de Bourne. De igual forma, personajes como el villano (ahora encarnado por Vincent Cassel) se sienten como más de lo mismo, realmente sin contar con una identidad propia.
Por el contrario, los críticos han alabado a Alicia Vikander, responsable de brindar algo de frescura. Su personaje, que trabaja para la CIA en el aspecto tecnológico, sirve también para actualizar la trama a la era post-Snowden, de la misma manera en que el primer filme respondió a la época posterior a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
En conclusión, Jason Bourne no cambiará las "reglas del juego", pero sí dejará satisfechos a quienes buscan revivir la acción realizada por la mancuerna Damon-Greengrass.
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