Una de las leyes universales del racismo de este mundo es que cambiar la etnicidad a un personaje para que sea más inclusivo va a generar toda clase de gritos de indignación en redes sociales. En el peor de los casos, estos van acompañados de insultos racistas a la actriz que le va a dar vida a la nueva versión del personaje. Es algo que siempre pasa.
Esto se debe a que la gente se le olvidan dos cosas muy simples. La etnicidad de los personajes de ficción no está escrita en piedra a menos de que tenga alguna relevancia para la trama, y aún así esta puede cambiarse con algo de ingenio. La otra es que al decir que un actor o actriz de color no puede interpretar a un personaje determinado, básicamente le están diciendo a una persona que no puede ejercer su profesión por una cuestión relacionada con su etnicidad. Es discriminación laboral. Imagínense que un día en su trabajo les avisaran que van a prescindir de sus servicios porque ellos quieren que en su empresa trabajen puras personas blancas y de ojos azules. No les daría risa. Muy probablemente no.
Lo mismo sentiría Rachel Zegler si mañana le dijeran que ya no puede interpretar a Blancanieves porque la gente quiere a alguien blanco para el papel. Muy probablemente habría una demanda en contra de Disney por discriminación laboral si eso pasara y se diera ésa como la razón para terminar su contrato. El punto es que la uso a ella de ejemplo porque hace un par de días se hizo el anuncio de que ella va a interpretar a Blancanieves en el remake live-action de Blancanieves y los Siete Enanos - 
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Tomando en cuenta todo lo ya dicho, sobra decir que no faltaron las personas que se enfurecieron con la noticia. Hubo dos argumentos que enarbolaron para justificar su racismo. El primero es que el personaje se llama así porque su piel es tan blanca como la nieve. La realidad es que se puede encontrar fácilmente otra justificación para ese nombre. Si lo piensan bien, la blancura de su piel no tiene una función dentro del relato, más allá de ser uno de los elementos que marcan su belleza. Es un tópico decir que la piel extremadamente blanca es hermosa y lo van a encontrar en cualquier libro medieval que abran. Ya no vivimos, o no deberíamos vivir, en un mundo en el que sólo ese color de piel sea visto como bello. El segundo argumento es que está basado en un relato tradicional, cuento de hadas le llamaría ustedes, del siglo XIX. La realidad es que ese tipo de textos no tienen una nacional. El famoso es que recopilaron los Hermanos Grimm, pero ellos no son los autores. Es un relato popular del cual podemos encontrar variantes en toda clase de países. Por ejemplo, en Italia, país en el que no todo mundo es tan blanco como la nieve.
El asunto es que la actriz decidió no quedarse callada ante los reclamos de los guardianes de la pureza étnica en las cintas animadas. La actriz, quien es de ascendencia colombiana y polaca, tuiteó un mensaje (vía Los Angeles Times) dedicado a los haters. Lamentablemente fue borrado al poco tiempo, pero esto fue lo que ella dijo:
Sí. Yo soy Blancanieves. No, no voy a blanquear mi piel para el papel.
Por otra parte, Marc Webb, quien es el director de este remake live-action, dijo lo siguiente sobre la actriz que fue elegida para protagonizar esta historia:
Las extraordinarias habilidades vocales de Rachel son únicamente el comienzo de sus talentos. Su fuerza, inteligencia y optimismo la vuelven una parte integral de redescubrir la alegría de este clásico cuento de hadas de Disney.
Precisamente, sólo deberíamos juzgarla por sus dotes histriónicos y no por su color de piel. Lo importante es que la película sea buena, no que se vea como si fuera propaganda nazi.
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