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RESEÑA | Elvis: El ícono, la rebelión, la leyenda

Una película que explora el proceso para crear a la estrella más grande del rock and roll, su acenso, sus vacíos y su rebeldía. Más allá de la historia de Elvis, logra representar a la juventud de una era sin perder de vista su objetivo con una interpretación digna del Rey.

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RESEÑA | Elvis: El ícono, la rebelión, la leyenda

Una película que explora el proceso para crear a la estrella más grande del rock and roll, su acenso, sus vacíos y su rebeldía. Más allá de la historia de Elvis, logra representar a la juventud de una era sin perder de vista su objetivo con una interpretación digna del Rey.

POR Mishel Luna -

Las películas biográficas (o biopics) son un reto mayor al que cualquiera podría imaginarse; detrás del desarrollo de una historia hay un personaje que debe ser representado con fidelidad hacia su realidad. Pero tampoco se trata sólo de narrar al pie de la letra todo lo que pasó en un orden específico, para eso existen los documentales. Una producción de este tipo exige creatividad, y tal vez más que los guiones que fueron escritos desde cero en donde el autor pone sobre papel y después ante las cámaras lo que venga a su mente, quitando y agregando lo que quiera cuantas veces lo desee.

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En el caso de una biografía, se pone sobre la mesa un producto ya existente y es ahí en donde el director y los guionistas deben partir para crear la obra que presentarán al público. Ahora bien, si lo que se puso en la mesa de trabajo es una escultura de mármol como Elvis Presley, habrá que ingeniárselas en grande para hacer algo digno y que esté al nivel, sobre todo por lo que significa esta figura en la historia del rock and roll, pero, principalmente, en la historia de la música.

La última vez que se logró hacer una biopic de una estrella musical con un gran resultado creativo fue Rocketman - 83% (de Dexter Fletcher), que fue más allá de contar la trágica vida del cantante volviéndose una misma con el estilo y el arte de Elton John, que parecía difícil de ser superada; pero Elvis - 79% consigue estar al mismo nivel. Dirigida por Baz Luhrmann – el mismo responsable de El Gran Gatsby - 48%, Amor en Rojo - 84% y Strictly Ballroom - 95% – y co-escrita por Sam Bromell, Jeremy Doner y Craig Pearce , la película, más que la historia de vida del cantante, se convierte en un manual de cómo crear a la estrella más grande de todos los tiempos.

Es por eso que uno de sus personajes esenciales es el coronel Tom Parker, interpretado por Tom Hanks, el hombre que estuvo detrás de la figura que el mundo entero conoce. De hecho, Parker tiene una función específica en la cinta, pues es él quien narra la historia desde que descubrió al cantante y cómo supo que se volvería un fenómeno musical interponiendo su visión sobre la vida de Elvis, su familia y sus amigos de Sun Records, quienes fueron los primeros en darle una oportunidad en el medio.

Quizá la película de Luhrmann no sea una por completo una biografía ya que se enfoca más en su carrera que en su vida personal antes de convertirse en cantante, pero se toma el tiempo de dar pequeños saltos al pasado para que el espectador tenga un encuentro con la niñez del protagonista principalmente para hacer ciertas conexiones con la manera en la que tuvo su primer acercamiento hacia la música que fue una experiencia sensorial y religiosa.

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Y, casualmente, para el espectador mirar la cinta será una experiencia igual de sensorial en muchos sentidos. Hay escenas que logran contagiar lo que el personaje experimenta, dos puntos clave dignos de mencionar son el niño entrando a una celebración religiosa con cantos góspel, y el primer momento en el que las mujeres se dejan llevar por la euforia, aquí retratada tal cual como un orgasmo, cuando Elvis está en el escenario; ambas son igual de contagiosas.

La cinta explora una relación de negocios, la presentación de una estrella ante el mercado, la visión ante lo innovador y cómo esto va a romper esquemas, aunque, al mismo tiempo, hace al cantante perder parte de su humanidad convirtiéndose en una máquina que no puede dejar de producir y ni siquiera puede ser dueño de su propia vida.

Austin Butler, el protagonista, demuestra su capacidad para afrontar papeles de alto nivel y que no todo puede reducirse a un parecido con el personaje real, sino con la manera en la que consigue transmitir las mismas emociones ante la audiencia y cómo a través de su rostro, sus movimientos y su voz proyecta los vacíos del cantante. Después de sus pequeños papeles secundarios en Disney y Nickelodeon, al fin ha tenido la oportunidad de demostrar su talento y seguramente esta sea la llave para elevar su carrera tan pronto como sea posible dentro de la industria cinematográfica.

Sobre Tom Hanks hay que mencionar que sí es un personaje distinto a lo que ha hecho, pero aun así tiene algo que lo mantiene dentro del mismo rango de personajes que ha hecho en los últimos años. Actoralmente, es difícil asegurar que la estrella de Forrest Gump - 72% ofrezca algo nuevo, y hay que aclarar que eso no es precisamente algo negativo, sólo sigue siendo el mismo Hanks de siempre y a veces eso está bien – aunque podría ser mejor –.

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Aunque el ganador del Óscar es quien cuenta con el nombre más influyente dentro de la producción, él sabe cómo guiar la atención hacia el protagonista, y eso es digno de reconocerse. Es quien inicia y cierra la película, y lleva al espectador de la mano a través de esta historia. La cinta consigue un buen ritmo desde el principio jugando con una dinámica de saltos temporadas, cambio de estilos (como el uso de escenas narradas a través de un cómic), y combinaciones entre imágenes reales y ficticias.

En la parte negativa, se nota que el director luchó por lograr acaparar todos los temas posibles, pero se le sale de las manos. Hay algunos tópicos que son poco explorados como su complejo de Edipo o su relación con las drogas que queda retratada sólo por la superficie. Quienes estamos ante la pantalla, somos testigos del ascenso de una estrella y cómo lo que parece ser un sueño volviéndose realidad, comienza a tornarse oscuro. Sobresale la soledad de Elvis y cómo la única manera de llenar ese vacío es en el escenario, pero una vez que el show termina se vuelve ir a un agujero negro.

En la película se trata con respeto y se hacen hace notar las verdaderas influencias musicales de Elvis, el rythm and blues y los artistas negros que, de algún modo, fueron opacados por el carismático joven blanco. Los pone en el lugar que se merecen y los enaltece. Se hace notar cómo el protagonista fue usado en más de una ocasión para desviar la atención de situaciones sociales fuertes como el asesinato de Martin Luther King o el de John F. Kennedy.

Elvis, más allá de la biopic, es una película sobre los jóvenes de la década de los años 50 a los 70 y su rebelión. Se trata sobre enfrentar a las autoridades, luchar por sus libertades, la manera en la que se negaron a seguir ordenes buscando su propia esencia y hasta su sexualidad a través de lo que en ese momento era la contracultura. Cuando se presenta al hombre que estuvo detrás del éxito de Elvis, el director permite que el espectador decida si está a favor o en contra de las decisiones de Parker.

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Hay mucho sobre la relación entre la música, lo espiritual y la sensualidad en varios momentos. Musicalmente cuenta con una gran selección entre el repertorio del cantante, pero también se toma ciertas libertades para hacer arreglos bastante modernos que funcionan, aunque ya dependerá de cada espectador si le parecen dignas del rey del rock and roll.

Una vez más, es de reconocer cómo Austin Butler se gana su lugar en el cine con esta gran interpretación, toma con fuerza, destreza y confianza el enorme reto que significa revivir a un ícono como lo fue Elvis retratando la imagen que el público conoce del cantante, pero también proponiendo esos altos y bajos a los que se enfrentaba en su solitaria y paranoica realidad. Sabe mostrar dolor, vacío, locura, amor y pasión. Elvis - 79% será un parque de diversiones para los fans del cantante y una gran introducción para el público más joven.

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