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RESEÑA | Crimes of the future: La transgresión en su máxima expresión

David Cronenberg se sostiene del estilo que le ha caracterizado al narrar una historia que, más allá del diálogo, logra transmitir a través de la imagen haciendo uso de lo grotesco buscando la belleza dentro de la imagen transgresora.

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RESEÑA | Crimes of the future: La transgresión en su máxima expresión

David Cronenberg se sostiene del estilo que le ha caracterizado al narrar una historia que, más allá del diálogo, logra transmitir a través de la imagen haciendo uso de lo grotesco buscando la belleza dentro de la imagen transgresora.

POR Mishel Luna -

Un mundo en donde el dolor comienza a desaparecer, es un lugar peligroso. A nadie le gusta el dolor, eso es claro, pero la existencia de este es la manera en la que el cuerpo expresa que algo anda mal, ya sea referente a los órganos, al exterior o a lo emocional. El dolor, de algún modo, nos mantiene alerta. La ausencia del mismo, aparentemente, haría la vida más fácil, pero ¿cómo podríamos estar al tanto del peligro al que se enfrenta nuestro cuerpo?

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Por otro lado, si el dolor cambiara su significado al volverse en una sensación placentera, también tendría consecuencias severas. A grandes rasgos, esa la es la cuestión que se plantea David Cronenberg en su nueva película Crimes of the Future - 78%, en donde una sociedad futurista se ve envuelta en esta situación. Comúnmente el futuro se retrata como un avance, pero en esta ocasión evidencia un retroceso en donde la humanidad atenta contra sí misma por placer.

La película narra la obra de Saul Teneser, interpretado por Viggo Mortensen, un artista que ha sufrido con su cuerpo desde hace un tiempo, pero que aprovechó su deterioro para convertirse en el objeto principal del performance en el que trabaja a lado de Caprice, de Léa Seydoux, quien le acompaña en el mundo del arte y durante su día a día. Juntos, han encontrado la manera de hacer autopsias frente a una gran audiencia, y en efecto, es el mismo Teneser el que es sometido a dicha intervención.

Lo que Crimes of the future pone sobre la mesa con estos grotescos actos, es cómo el dolor no sólo se ha vuelto atractivo a la vista de las audiencias, sino también una fuente de placer; al mismo tiempo, las personas han perdido algo que los hace actuar sin algún tipo de remordimiento. Dentro de la trama siempre hay alguien que sabe sobre ello, y es consciente que este tipo de actos no dejan nada bueno, sin embargo, a pesar de presentarse como una figura de autoridad que está en búsqueda de respuestas, nunca se hace algo al respecto.

Este es un futuro sintético en tanto que resulta de elementos dispersos que terminan relacionados; en este caso, las carencias y el deterioro con la falta de esa capacidad de distinguir dentro de su propia moral. No sólo un cuerpo es expuesto, los órganos son extraídos y estos mismos han sido modificados, mientras otros toman su lugar. A decir verdad, las imágenes grotescas son algo que a Cronenberg se le da muy bien, y la mayor prueba de ellos es La Mosca - 95%, porque más allá de la imagen transgresora, hay una historia que contar haciendo que su narrativa trabaje de la mano con lo visual y hasta el sonido.

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Resulta interesante la manera en la que el director plantea una de las ideas que destacan en la trama, y es el cómo la cirugía dejó de tener una connotación médica para transformarse en algo sexual, y lo resume en una frase que menciona Timlin (Kristen Stewart): “la cirugía es el nuevo sexo”; se convierte en una transformación del dolor al placer generando como resultado un orgasmo, y la escena en donde Saul muestra su rostro de placer mientras sus órganos son removidos ante la mirada de cientos de espectadores, lo retrata muy bien.

Crimes of the Future - 78% es una experiencia visceral, evidentemente por las escenas de los órganos, pero también por la intensidad que experimentan sus personajes y la historia en sí cuando los protagonistas dan un paso mucho más allá de lo que habían hecho antes en sus performances. La exposición del interior y cómo este puede ser modificado, se convierte también en una metáfora de cómo se muestra una persona ante el mundo – si lo queremos relacionar con la realidad en donde todo está expuesto, en cierto sentido, en las redes sociales –.

Hay un tema en particular que llama la atención por las diversas maneras en las que podría interpretarse, y se trata tanto de la exposición de una persona ante la sociedad, como de la manera en la que las personas toman decisiones sobre su cuerpo que, de algún modo y yéndose a los extremos, plantea la delgada línea entre la libertad y el querer ser vistos a como dé lugar; el mejor ejemplo de ello en los momentos en que otros artistas comienzan a hacer cosas más perturbadoras para sus performances buscando superar a Saul y Caprice.

Resulta fundamental mencionar la manera en la que aquí se reflejan las teorías propuestas por el escritor español Román Gubern sobre las patologías de la imagen (tanto en el libro del mismo nombre como en La Imagen Pornográfica y otras Perversiones Ópticas) en donde el autor destaca cómo el hombre, como persona, siempre busca alimentar sus pasiones sexuales a través de lo visual jugando con la transgresión, tal como lo hace Cronenberg.

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Este juego lo presenta mediante la metamorfosis de los cuerpos de sus personajes, así como con el diseño de varias de sus máquinas como la cama a la que se conecta el protagonista para dormir, su extraña silla para el desayuno, la cápsula que usa para su show, y la pequeña máquina con la que realizan las incisiones por medio de caricias. Esta maquinaria que resulta de la combinación de lo mecánico y lo orgánico, funciona gracias a su estructura visual y auditiva.

Sin duda, Crimes of the Future - 78%, que sí tiene ciertas conexiones con la versión de 1970 del mismo director si recordamos cómo el hombre pretende parodiar el acto del parto mediante el crecimiento continuo de nuevos órganos que se extraen de su cuerpo, su une a la lista películas impactantes de David Cronenberg como Cuerpos Invadidos - 80%, El Almuerzo Desnudo - 71%, y hasta Cosmópolis - 64% y Crash: Extraños Placeres - 58%. Su búsqueda de mostrar al dolor físico como una nueva expresión de seducción o de arte, llevan a la película a convertirse en un armónico juego entre el caos, el salvajismo y la extravagancia.

Quizá en ocasiones su narrativa se vuelve lenta y por momento pueda ser una trama difícil de digerir, pero logra generar un eco en la mente de quien se ha tomado el tiempo de verla de principio a fin.

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