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RESEÑA | Red: Crecer siempre es un caos

El nuevo largometraje de Pixar se mantiene en el tema de lo familiar y la búsqueda de uno mismo, sin embargo, toma el riesgo de explorar los cambios físicos y emocionales durante la adolescencia, al mismo tiempo que invita al espectador a reconocer y aceptar su propia esencia.

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RESEÑA | Red: Crecer siempre es un caos

El nuevo largometraje de Pixar se mantiene en el tema de lo familiar y la búsqueda de uno mismo, sin embargo, toma el riesgo de explorar los cambios físicos y emocionales durante la adolescencia, al mismo tiempo que invita al espectador a reconocer y aceptar su propia esencia.

POR Mishel Luna -

En 2018, quienes asistieron al estreno de Los Increíbles 2 - 90% fueron conmovidos con el tradicional cortometraje previo como ya se ha vuelto costumbre en las producciones de Pixar. Bao logró mover las emociones del público, sobre todo a quienes son padres; y es que, en apenas ocho minutos de duración, la historia explora la relación entre madre e hijo, quien es un pequeño dupling, retratando la evolución de la misma, desde la educación y el cuidado, hasta la sobreprotección y el momento de soltar.

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Este cortometraje lleno de reflexión sobre la familia, corrió a cargo de la directora Domee Shi, una joven creadora que desde 2011 ya colaboraba con la popular compañía – y hogar de Toy Story - 100% – como animadora y guionista. Bao fue su debut en la dirección, misma por la que consiguió el Óscar al Mejor Cortometraje Animado, pero también fue el proyecto que le abrió las puertas para las ligas mayores.

Ahora nos encontramos ante el primer largometraje animado bajo la dirección de Shi que, además, resulta ser la primera película de Pixar realizada y producida por mujeres. Siguiendo en la línea de la relación familiar, Red - 91% tiene como protagonistas a Meilin Lee interpretada por Rosalie Chiang y Ming Lee de Sandra Oh (Grey's Anatomy - 91%, La directora - 88%). Mei es una niña que está en pleno proceso de convertirse en adolescente a sus 13 años, es la mejor estudiante de su clase y destaca en todas las materias, desde matemáticas hasta música.

Es muy fiel a sus raíces como se lo ha inculcado su madre y, usualmente, sigue las reglas. Sin embargo, sus intereses comienzan a tomar otra dirección, lo que desatará ciertos conflictos con su madre, una mujer dominante que incluso tiene bajo control a su esposo. Al mismo tiempo que esto sucede, Mei también empieza a tener interés en los chicos y fantasea con las estrellas del momento, lo que más que generar una fricción con Ming, dará pie a vergonzosos momentos.

Esto influye en cierto modo en el temperamento de la protagonista, hasta que de un momento a otro el estrés la lleva a convertirse en un panda rojo gigante. En poco tiempo Mei se da cuenta que cualquier emoción fuerte la transforma, por lo que debe encontrar un modo de controlarse y mantenerse tranquila. Cuando su madre es testigo de este cambio, le cuenta a la pequeña que se trata de un legado por parte de sus ancestros.

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Lo que comienza como una maldición va evolucionando hasta convertirse en una aventura que le cambiará la vida a Mei. La cinta tiene como tema principal el amor propio, vista desde la perspectiva de alguien que define su personalidad que va en contra de lo que le ha sido inculcado. Además de los cambios físicos y emocionales, Mei descubre lo que realmente le mueve como la música y las fiestas, lo que significa un cambio en los planes de su madre y esto es lo que desata el conflicto principal entre ambas.

La cinta funciona como una metáfora de la adolescencia, el crecimiento, sus intereses. Incluso se hace una mención directa a la menstruación, algo que no se había hecho antes en una película de Disney o Pixar. Vemos a una adolescente sonrojada cuando piensa en el chico que le gusta y fantasea con él. Son situaciones reales y naturales que han sido estigmatizadas por años, lo que ha hecho que se hable poco del tema. Este es un punto que, sin duda, hay que aplaudirle a la directora. Tal como funcionaron las películas sobre hombres lobo en el cine de terror, específicamente Un Hombre Lobo Americano en Londres - 89%, la transformación en una criatura gigante y en cierto modo peligrosa, es un retrato del adolescente, el dolor físico al crecer, e incluso la aparición de vello.

También podríamos compararla con el mismo Hulk quien, tanto en los cómics, las caricaturas y en las películas en live-action, relaciona su transformación con sus emociones. El hecho de que Mei deba relajarse para regresar a su estado natural está directamente conectado con la filosofía zen o la meditación, algo importante para su cultura, para encontrar un equilibrio interior. Es importante reconocer que en algún punto podría parecerse a la heroína de Valiente - 78% por la manera en la que se maneja la relación familiar, sin embargo, en este caso también se le da prioridad al respeto a las decisiones y personalidad de los hijos, así como al amor por los amigos, quienes en esta historia tienen un lugar fundamental al ser quienes le ayudan a encontrar su equilibrio interno.

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Por otro lado, es digno de mencionar la diversidad cultural aquí presentada. Estamos en una era en la que los medios y el entretenimiento buscar una mayor apertura a la representación de diferentes razas en la pantalla, pero no siempre tienen resultado positivos. Uno de los mayores errores que se han cometido, radican el lo que el mismo publico ha denominado como “inclusión forzada” sobre todo cuando son personajes ya conocidos a los que se les cambia de raza.

En este caso, el tema fue manejado de manera bastante inteligente y cuidadosa, y es que tan sólo el contexto en donde se desarrolla la historia ya es por sí sólo uno de los lugares reconocidos por la diversidad cultural. Toronto, la ciudad en donde Mei ha crecido como china-canadiense, se reconoce por ser un lugar que ha recibido a cientos de migrantes provenientes de diferentes países, lo que ayuda a la justificación de lo que vemos en Red - 91%.

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Ahora bien, si hablamos de la animación, hay puntos importantes por mencionar. Visualmente contamos con la calidad a la que ya nos tiene acostumbrados Pixar, el manejo de texturas y colores es excepcional. Pero también es digno de mencionar los pequeños detalles con los que visualmente decidieron experimentar haciendo referencia a la animación oriental sin separarse de su estilo. Algunos de estos detalles fueron las figuras redondas, como los rostros, los gestos de los personajes que recuerdan a algunas famosas caricaturas como Arale (aunque esta sea japonesa), e incluso hay una escena de cocina al puro estilo de Studio Ghibli, algo que Shi ya había hecho en Bao.

Red - 91% se desarrolla a principios de los años 2000, y todo lo que le rodea con artefactos como el Tamagotchi, las pulseras, las prendas, los accesorios y los cuadernos llenos de dibujos improvisados, llevarán a todo el que haya crecido en esa época a un viaje honesto al pasado. Cabe señalar que gran parte de lo que se vive en esta aventura parte de la experiencia de vida de Domee Shi como alguien que creció siendo china-canadiense, destacando en una ciudad común y sin magia (comparándolo con otros productos de Disney), dándole ese toque fantástico en lo que tiene que ver con la cultura china de la familia de Mei. Sin duda, Red hará reflexionar, reír, soltar algunas lágrimas, y recordar la juventud de muchos.

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