Artículos

Sundance 2022 | RESEÑA | Jihad Rehab: desprogramando las ideas extremas

La mirada de su directora busca la complejidad, pero no deja de lado al firmeza a la hora de hacer preguntas difíciles.

Artículos

Sundance 2022 | RESEÑA | Jihad Rehab: desprogramando las ideas extremas

La mirada de su directora busca la complejidad, pero no deja de lado al firmeza a la hora de hacer preguntas difíciles.

POR Gabriel Escogido -

El tema del terrorismo, hablando sobre el cine en Occidente, se ha abordado de forma casi uniforme. Cuando no se trata, desde el género de la acción o el suspenso, como un problema a solucionar, y de sus actores como los villanos a detener, se ha tratado desde el documental casi siempre a partir de la perspectiva política, y rara vez social, que busca explicar sus orígenes geopolíticos ideológicos. Es por ello que Jihad Rehab, uno de los documentales que compiten en Sundance 2022, es tan llamativo al profundizar su atención en la psicología de los perpetradores de dichos actos y su individualidad antes que caer en la simplicidad de verlos como el enemigo.

No te pierdas: Las películas más esperadas de Sundance 2022

Jihad Rehab, dirigido por Meg Smaker, es el seguimiento de un programa experimental de Arabia Saudita realizado en personas acusadas de actos de terrorismo que tiene el propósito de prepararlos para la vida luego de su encarcelamiento y recuperarlos de las ideas radicales que esos grupos del crimen organizado han inculcado en ellos. La película sigue a cerca de media docena de hombres de Yemen que fueron inscritos en él tras pasar años detenidos en Guantánamo bajo las órdenes del gobierno de Estados Unidos.

El título tan provocativo no es gratuito. No se refiere tanto a los mecanismos a través de los cuales el programa trata de remover o cambiar la ideología de sus sujetos sino a rehabilitar las ideas que tenemos sobre ellos en Occidente a razón del trato mediático que se ha hecho de estos individuos en los medios de información, así como en los trabajos de ficción y entretenimiento que los han representado de forma unidimensional. Algo similar a lo que hizo Alex Gibney, por ejemplo, en su documental sobre asesinos seriales Loco, no demente - 100%, el cual pueden ver en HBO Max.

El valor de Jihad Rehab va más en el sentido de permitirnos ver a este grupo de hombres como seres humanos antes que tratarlos como las caricaturas que se hacen de ellos. El filme no deja de lado los crímenes de los que se les acusa, pues cada que nos presenta a uno de ellos se señala los delitos que se les imputa desde el gobierno estadounidense y comienzan su participación en el documental hablando de ellos. Unos se niegan a hablar, por ejemplo, de su paso por Afganistán o de las actividades precisas que realizaron para Al Qaeda. Otros hablan abiertamente de haber participado en guerrillas.

Respetar su humanidad sin abordarlos con hostilidad se traduce en el filme, pues ellos, naturalmente y poco a poco, se revelen ante la cámara. Esa intención toma la forma de secuencias en las que hablan sobre sus ganas de casarse, encontrar un trabajo, reunirse con su familia. Los vemos tomar clases, impartidas por otros hombres musulmanes, acerca del significado verdadero de ser musulmán y la interpretación de su religión. Eventualmente, esa decisión rinde frutos pues la cineasta consigue que se sinceren y expongan lo que los hizo unirse a células delictivas. Esto de forma muy similar a como sucede con el trato y las declaraciones del sicario mexicano que accedió a hablar con Everardo González sobre cómo operaba para un cártel en La Libertad del Diablo - 88%, filme que pueden ver en Netflix.

En sus testimonios, podemos observar matices de lo que ocurre en Medio Oriente que rara vez se discuten en nuestro lado del globo. Entre los participantes, las razones van desde querer responder a los reportes de crímenes de guerra en Bosnia, a la presión de un familiar que empujó a uno de ellos a sumarse a ellos, a la idea de “aventura” que otro vio en estas actividades cuando era apenas un adolescente. La ideología religiosa juega un papel menor en casi todos estos casos aunque éste no queda de lado. El filme también se toma un momento para recordar que este centro no asegura un éxito del cien por ciento y ha habido sujetos que, al salir de él, vuelven al mundo criminal por esa convicción.

Te recomendamos: Sundance 2022 | RESEÑA | Fresh: desgarrando a mordidas las comedias románticas

No obstante, Jihad Rehab no hace una apología de esos motivos ni los justifica. Durante entrevistas uno a uno, Smaker les cuestiona sus acciones con firmeza.Tan es así que, a media película, uno de ellos decide que ya no quiere hablar con ella por lo insistente que es respecto a hacerlo reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. Esto lleva a otras escenas, alucinantes para el público que creció escuchando incontables historias sobre las víctimas de las torres gemelas, cuando uno de ellos dice que al principio no entendía la indignación porque para él se trataba “simplemente de un edificio” y a su parecer los estadounidenses podían construir otro. Esto hasta que vio videos de ese día en Nueva York en los que entendió el horror de los ataques.

Otra virtud del documental es que no deja de lado que Estados Unidos tuvo un papel claro en la formación de estos grupos, los cuales surgieron con su financiamiento, entrenamiento en armas y combate a los mismos en la década de los ochenta para contrarrestar el control soviético en Afganistán. Y permite a sus protagonistas enfatizar el horror de haber pasado lustros en Guantánamo siendo torturados, sin acceso a un juicio. La sombra de este hecho se asoma también durante las entrevistas en las que se les ve reaccionar visceralmente ante sus memorias de ese lugar. Este tema más recientemente se trató en la película The Mauritanian - 55%, basada en el diario de un hombre de esa nacionalidad, completamente inocente, que pasó década y media en esa prisión bajo el trato más inhumano posible.

El carácter cotidiano con el que el filme trata la rehabilitación de estos hombres cuenta con un par de momentos que, afortunadamente, se libran del peso de todos estos horrores. Hay una escena, bastante divertida, en la que toman una clase sobre cómo conseguir esposas y una más, de gran ironía, en la que uno de ellos ve un reportaje sobre Trump en el que expresa su preocupación por que un hombre de “ideas desequilibradas” esté a la cabeza del país más poderoso del mundo.

Hacia la última parte, el documental se torna algo pesimista respecto a la toma de poder del príncipe Mohamed Bin Salman de Arabia Sauditas, cuyas políticas autoritarias entorpecieron la salida del centro de los protagonistas por meses y, más tarde, reformaron el centro para que tratara no a extremistas sino a disidentes políticos de la corona saudí. Por si eso fuera poco, retoma como todos ellos encuentran dificultades para instalarse en la vida social y encontrar trabajo tal como lo haría cualquier exconvicto.

Jihad Rehab está mucho más preocupada por encontrar una forma de presentar a estos hombres en toda su complejidad antes que en las formas en las que se busca desmantelar su psicología. Lo que revela, al final del día, es que muy probablemente la película juega un papel similar al del centro que retrata en tanto que exige dejar de verlos desde una postura ideologizada o por lo menos desde otra que no sea la de reconocer que su humanidad existe y sigue ahí independientemente de los actos que hayan realizado o ayudado a realizar en el pasado. El filme todavía no tiene distribución.

Continúa leyendo: Sundance 2022 cancela programa presencial y volverá a ser virtual por la variante Ómicron

Comentarios

  • Tomatazos

  • Facebook

 
 
  • Mejores

  • Nuevos