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RESEÑA | Finch: Un robot para el fin del mundo

La nueva película de Apple logra dar giros sutiles a lugares comunes para apropiarse de un relato conmovedor y volverla un excelente filme de ciencia ficción.

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RESEÑA | Finch: Un robot para el fin del mundo

La nueva película de Apple logra dar giros sutiles a lugares comunes para apropiarse de un relato conmovedor y volverla un excelente filme de ciencia ficción.

POR Gabriel Escogido -

Enseñar a un robot a ser humano es uno de los grandes temas de la ciencia ficción. La pregunta central, sobre si esto es posible, está al fondo de algunas de las mejores películas del género. No solamente en filmes conmovedores, como la animada El Gigante De Hierro - 96%, sino también en historias más oscuras y perturbadoras, sobre lo peor de nuestra especie, en Ex Machina - 93%, por ejemplo. De entrada, la cuestión sobre qué significa ser humano, qué cualidades o defectos son propios de la humanidad es también la preocupación de Finch - 73%, el nuevo título original de Apple TV Plus.

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Dirigida por Miguel Sapochnik, Finch es la historia del personaje de ese nombre interpretado por Tom Hanks. En el filme, el protagonista es uno de los pocos sobrevivientes de una catástrofe global producida por llamaradas solares que han acabado con el ecosistema y han vuelto el planeta indefenso ante la radiación espacial. Él y su perro, Goodyear, viven en un búnker, pero cuando el hombre descubre que está enfermo decide construir un robot llamado Jeff (Caleb Landry Jones al cual entrenará para proteger al can tras su muerte.

Uno podría pensar que lo fatídico de la premisa y la aparición de Hanks (Quisiera Ser Grande - 97%, Filadelfia - 78%, Rescatando al Soldado Ryan - 93%), en otro drama de supervivencia, son suficientes para adivinar la trama del filme. Si bien la película se adhiere a varios elementos del género de distopías y la ciencia ficción, no es tanto el desencadenamiento de los hechos del relato lo que hace conmovedor a la película, sino el tratamiento y la relación que construye entre el humano y el robot para hablar sobre el temor a soledad y el deseo de sentido que nos caracterizan como especie.

Lo que funciona muy bien en Finch - 73% es la relación entre estos dos personajes que plantea el guion. Mientras que al principio se plantea al robot como un mero instrumento y, él mismo se entiende como tal, conforme empieza a obtener información sobre el estado del mundo, el del protagonista y el perro, su consciencia se desarrolla y empieza a adoptar un comportamiento más humano. Exige recibir un nombre y se forma una imagen de sí mismo tras verse en un espejo, por ejemplo.

Temáticamente, al enseñarle cómo cuidar del can y por qué es importante hacerlo, Finch esencialmente le muestra cómo ser un humano al androide y qué valor tiene adoptar este rol. Esta es la cuestión principal del relato: su planteamiento sobre nuestra necesidad de compañía y el propósito que encontramos en proteger a quienes amamos, y cómo esto es lo que da sentido a la humanidad. Hay también una subtrama interesante sobre cómo aprendemos estos valores a través de las historias, pues a lo largo de la película el protagonista trata de explicar estas cuestiones a través de fábulas.

Tal como su premisa lo indica, Finch toma prestado de varios géneros y es en buena parte un pastiche de los mismos. Sin embargo es importante mencionar que encuentra formas sutiles de darle vuelta a varios lugares comunes para no sentirse como descarado en su mezcla de los mismos. Por ejemplo, evita antropomorfizar a Goodyear como lo hacen muchos títulos sobre mascotas y mantiene un verosímil carácter animal en él. Igualmente evita entregar un falso final feliz, que a veces acompaña a muchos sobrevivientes de catástrofes que se salvan de la muerte de último minuto, pero tampoco se deja llevar por un final sombrío, ni da giros sorpresa carentes de esperanza, lo cual sería el otro extremo. El director Miguel Sapochnik (Repo Men, 2010; Game of Thrones - 93%) supo encontrar el equilibrio para no caer en el sentimentalismo fácil y sí momentos muy emotivos. Quizá sólo haya pecado en una escena en la que el perro aúlla dentro del vehículo en el que viajan. Ya sabrán cuál es.

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La película dista de ser complaciente con su retrato de la civilización contemporánea. No reniega del lado más oscuro de la humanidad, pero tampoco se regodea en ello. A la mitad del filme surge un antagonista anónimo o más bien abstracto que los persigue y amenaza. Sin revelar mucho, Fin explica a Jeff por qué le es tan importante proteger al perro y cómo llegó a dar con él en otra condena de lo cruel que pueden ser las personas unas con otras en situaciones extremas, con guiños a la también desgarradora El Último Camino - 75%, filme basado en la novela La carretera del aclamado Cormac McCarthy .

Este elemento se presta también a otro sutil planteamiento sobre nuestro deber como especie dominante del planeta. Al usar de fondo el cambio climático y poner todo el valor del filme no en la supervivencia del humano, sino en la del peludito Goodyear, Finch - 73% también toma distancia de otras cintas del género postapocalíptico al no apelar por la continuación de nuestra especie, la cual sugiere condenada, irónicamente, por la implacable apatía social y egoísmo, sino por mantener con vida a un ser de otra especie.

Si bien se ha vuelto casi motivo de broma el uso de Hanks en este tipo de papeles y escenarios, en Finch queda muy claro que el actor es un viejo lobo de mar, con diferentes registros y aquí parece haber nacido para encarnar a una figura paterna bonachona, reconfortante y de evidente vulnerabilidad. Su efectividad es innegable. Es importante hablar de Caleb Landry Jones, quien usó motion-capture para su interpretación y cuya expresión corporal logra construir un robot entrañable y paradójicamente humano. Esto se suma a ciertos efectos visuales y de sonido, como el uso del obturador de sus ojos para asemejar pupilas o la gradual fluidez, de lo digital a lo orgánico, con la que su voz acompaña su crecimiento hacia una criatura más humana.

Finch - 73% es un relato que se adhiere a la regla más básica y fundamental de la ciencia ficción: usar ideas sobre el futuro para hablar sobre lo que nos hace humanos. Y va un paso más allá al entregar un filme honesto, con ligeros reajustes a los clichés de otros géneros en los que se inspiró para adoptar un relato propio. El filme se encuentra ya disponible en Apple TV Plus.

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