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RESEÑA: Fractal | La juventud perdida

Una película que parece no llegar a nada, sin embargo, tiene un gran tema de fondo que resulta una reflexión sobre la juventud desde una mirada también joven.

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RESEÑA: Fractal | La juventud perdida

Una película que parece no llegar a nada, sin embargo, tiene un gran tema de fondo que resulta una reflexión sobre la juventud desde una mirada también joven.

POR Mishel Luna -

Desgraciadamente el cine mexicano está encasillado por muchos espectadores dentro de la comedia romántica. Lo cierto es que quizá este sea el género al que se le ha dado más enfoque por el hecho de conseguir importantes recaudaciones en taquilla, pero varios cineastas mexicanos han demostrado su capacidad de contar historias diferentes y desde diversas perspectivas; sólo es cuestión de saber buscarlas.

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Entre miradas con larga trayectoria y miradas jóvenes, existe una gran variedad de cosas por contar. Hoy, es el momento ideal de escuchar una voz joven reinterpretando la realidad del México actual y dirigiendo su atención a aquellos que se encuentran en un limbo sin tener claro hacia dónde quieren ir. En su opera prima, Fractal - 63%, Mariana Gonzalez plantea una trama que parece simple utilizando personajes que harán clic con alguien del público, o bien, que logre relacionarlos con personas cercanas.

La cinta que comenzó su carrera en festivales en medio de la pandemia por fin tiene la oportunidad de proyectarse ante el público en general, pero ¿qué podrían esperar de ella? La película se desarrolla en una mañana de domingo, mayormente, dentro de una camioneta. Después de una noche de fiesta, Marco y Tamara están juntos en un departamento cuando Fede llega desesperado pidiéndoles ayuda.

A partir de este momento, el trío de jóvenes está a punto de experimentar las horas más tensas de sus vidas, debido a que una de las amigas desapareció en pleno after y ellos temen lo peor. A lo largo de la película, los personajes interpretados por Juan Carlos Huguenin (Los Años Azules - 78%), Ruth Ramos (La Región Salvaje - 82%) y Mario Moreno (#LadyRancho - 55%), van poniendo sobre la mesa conflictos a los que cualquier persona que esté rodeando los veintes podría vivir sin importar su nivel socioeconómico.

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La búsqueda de Mónica, la amiga desaparecida, se va transformando en un elemento metafórico que expone la búsqueda de sí mismos de los tres amigos. Mientras indagan entre las calles más peligrosas de la ciudad se van dando cuenta que aún hay muchas cosas pendientes entre ellos, se cuestionan sobre lo que han vivido, así como lo que planean para su futuro como adultos y esto incluye la responsabilidad de construir su propio camino o seguir el ya impuesto por una figura de autoridad dentro de la familia.

A decir verdad, la trama plantea los conflictos entre sus protagonistas, pero parece que nunca le explica al espectador al respecto, tal vez con la intención de que cada uno saque sus propias conclusiones. Hay varios momentos en los que da la sensación de que hubo oportunidades que no se aprovecharon o se desarrollaron a pesar de su potencial, sin olvidar que la solución del problema principal de la historia es muy floja y, aparentemente, no se llega a nada dejando una enorme percepción de vacío.

Es importante aclarar que esto no la convierte en una mala película, de hecho, si algo se demuestra es que Mariana tiene muy claro lo que quiere proyectar. La clave de Fractal está en todo lo que se puede encontrar entre líneas. En primer lugar, la directora hace evidente la gran problemática de las desapariciones y cómo sus personajes principales, bajo los efectos de las drogas, toman decisiones absurdas como buscar por su propia cuenta y no dar aviso a la familia o a las autoridades, exponiendo la desconfianza que ha generado el mexicano ante los que supuestamente son los encargados de la seguridad de la ciudadanía.

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Por otro lado, su reflector está justo en la sensación de vacío que tienen aquellos que terminaron una carrera y ya no saben qué más sigue, sin dejar de lado sus malas decisiones. La cineasta es muy insistente con cierta dualidad dentro de su película; una de ellas relacionada con el sonido, y la otra dirigida hacia el movimiento. Desde los primeros minutos de la película, lo primero que se escucha es música electrónica envolvente, y en varios momentos clave esto se hace presente en la cinta – que, por cierto, gran parte de la música original corre a cargo de Funka y Luis Sarrelangue –. Por otro lado, también hay varias escenas con total silencio.

Esto se conecta de manera directa con la segunda dualidad, que es entre personajes en movimiento, casi siempre bailando, y escenas en donde los protagonistas están por completo estáticos en largas esperas de las que también es parte el público, experimentando la misma desesperación de quienes están en la pantalla. Además, estos mismos extremos, según palabras de la directora, reflejan lo que genera la cocaína en el cuerpo y la mente de una persona con momentos de total éxtasis, así como los bajones repentinos.

Aunque líneas arriba ya expliqué que parece haber muchos temas pendientes entre los personajes que no se resuelven del todo o no se profundiza en ellos, he de reconocer que estos mismos están bien desarrollados. Queda claro que Tamara es la lógica, quien busca soluciones inteligentes (aunque muchas veces se atiene a la negación de sus acompañantes), Marco es quien no tiene ni idea de lo que quiere y trata de ver la situación con calma. Con quien más se les puso atención a los detalles fue Fede quien, en medio de su paranoia y terror por haber perdido de vista a Mónica, cuenta con ciertos detalles físicos que ponen al espectador en sincronía con él desde el movimiento de sus piernas, el hecho de morderse las uñas, hasta la manera en la que juega constantemente con un encendedor.

Finalmente, Fractal consigue aprovechar su propio concepto. La palabra fractal se refiere, a grandes rasgos, a la repetición dentro de alguna figura geométrica a partir de una fractura. Esto es lo mismo que sucede a lo largo de la trama; los conflictos a los que se enfrentan van formando un patrón de repetición en medio de la búsqueda de Mónica, desde el hecho de que regresan constantemente al mismo lugar en donde comenzaron a investigar, hasta los riesgos que enfrentan al adentrarse en lugares peligrosos. Sin duda, Mariana González aún tiene mucho qué contar y será interesante ver lo próximo que prepare con su visión tan fresca y realista.

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