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RESEÑA | Trolls 2: World Tour | Un festín de colores estruendosos y notas sigilosas

El filme animado es un festín de colores que propone temas interesantes para discutir con los más pequeños

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RESEÑA | Trolls 2: World Tour | Un festín de colores estruendosos y notas sigilosas

El filme animado es un festín de colores que propone temas interesantes para discutir con los más pequeños

POR Gabriel Escogido -

No habría error más grande que subestimar un filme animado o al público infantil que con frecuencia es su público objetivo. Si bien el cine no debe educar, no cabe duda de que tiene la posibilidad de iniciar discusiones y no es de poco mérito cuando una película de este tipo aprovecha su popularidad para intentar plantear algunas de ellas. Ese es el caso de Trolls 2: World Tour - 62%, la secuela de Trolls - 74% que aspira a ser una franquicia y bien podría estar en camino a conseguirla.

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Dirigida por Walt Dohrn (Shrek 2 - 88%; Bon Esponja, 2000-2002), quien realizó también la primera cinta, Trolls 2: World Tour retoma la historia de Poppy (Anna Kendrick), la reina de los trolls pop quien ahora goza del poder que su título le confiere para hacer de su dominio un lugar perfecto para sus habitantes. Las cosas, no obstante, se ven amenazadas por la invasión de la reina Barb (Rachel Bloom) de los trolls del rock, quienes intentan convertir a los distintos tipos de la especie de criaturas en fans de ese género musical únicamente, acabando así con la diversidad que les da identidad a cada uno.

Seguro desde la premisa, ya pueden más o menos imaginar hacia dónde va la película con sus temas. Y si bien las cosas se desarrollan casi completamente según ese predecible camino, hay algunos matices que ayudan mejor a, por lo menos, iniciar conversaciones con los más pequeños sobre la importancia de la diversidad y a través de un ejemplo tan claro como la pluralidad de géneros musicales.

Hablando de los elementos técnicos, Trolls 2: World Tour - 62% tiene una animación de primera calidad. Incluso sin hacer acercamientos, el detalle que cada personaje tiene, como la textura de su piel, cabello y la ropa, da fe del trabajo y esfuerzo de los encargados de ese departamento. Cabe sumar que hay minucioso trabajo al profundizar en la mitología de este mundo, y la construcción de nuevos tipos de criaturas y culturas para cada clase de troll musical. Si algo no se le podrá reclamar al filme es su imaginación para representar cada uno de los reinos y hacerlos distintos uno del otro.

Regresando a la temática. Si bien es obvio que la película intenta argumentar que la diversidad entre personas, así como la de género musicales es válida, a lo largo de su viaje por encontrar a Barb, Poppy descubre que la diferencia entre la igualdad y la equidad. Es a través de su paralelismo con la antagonista que la reina de los trolls pop entiende que para la convivencia no es necesario que todos escuchen el mismo tipo de música, sino simplemente respetar esa inclinación por uno u otro y que el gusto de uno o varios es válido.

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Aunque muy bien intencionada, esta realización no está lo suficientemente desarrollada. La historia no ofrece pistas para que el público con se sumerja con claridad en los temas que tocan, o para que la protagonista lo haga, de tal forma que cuando hacia el final de la cinta Poppy lo explica en un diálogo, se siente repentina o como un sermón, antes que como la deducción de los hechos que han llevado al desenlace. De esta forma, el mensaje resulta una exposición antes que una moraleja de la narrativa.

Otro detalle interesante es que Trolls 2: World Tour - 62% no aprovecha del todo la exploración musical que podría haber tenido. Hay varias canciones a lo largo de la cinta que son ejecutadas por los personajes de cada uno de los reinos. Esto pudo ser una buena oportunidad para presentar a los niños con temas clásicos, cada respectivo género, pero para ser sobre música hay poco énfasis en ese elemento. Al mismo tiempo, la canción final de la cinta no es ni la mitad de lo pegajosa que resultó, la del filme antecesor, “Can’t Stop the Feeling”, de Justin Timberlake. Tan popular llegó a ser, que fue con la que el cantante, que es co-protagonista (Branch en la cinta), cerró su show de medio tiempo del Super Bowl hace unos años.

De lo que sí hay un interesante comentario es de cada uno de los géneros, por ejemplo, aprendemos, ahí sí con la exploración de cada uno de los reinos, las características esenciales de ellos. Por ejemplo, los instrumentos de la música clásica, la inclinación del country por baladas, lo bailable del techno y la crítica constante que se le hace al pop de “robarse” elementos de todos los demás para hacerlos más comerciales o populares.

Trolls 2: World Tour - 62% es un poco torpe en el desarrollo de sus temas, pero para una secuela de una primera entrega popular es posible ver que el equipo creativo detrás de ella intentó, por lo menos, acercarse a ciertas ideas y discusiones antes que simplemente encontrar un pretexto para exprimir la taquilla. Espectacular en lo visual, pero sigiloso en el terreno musical, estos trolls ofrecen un show más colorido que sonoro.

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