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RESEÑA: Cats | Gato que no cae de pie

Hay varias lecciones que podemos aprender del fracaso de la más reciente adaptación musical

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RESEÑA: Cats | Gato que no cae de pie

Hay varias lecciones que podemos aprender del fracaso de la más reciente adaptación musical

POR Gabriel Escogido -

“Debo esperar el amanecer, debo pensar en una nueva vida y no no debo rendirme”, así va la letra de “Memory”, el tema icónico de Cats, el musical de Andrew Lloyd Webber que ahora ha sido adaptado en una infame película dirigida por Tom Hooper. Y eso es exactamente lo que le queda por hacer al cineasta, al equipo y al elenco de la película ante las implacables reseñas negativas al filme. Hay que aprender de los errores, y eso es todo para lo que sirve la adaptación.

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Cats - 29%, esta versión del director de Los Miserables - 69%, sigue a Victoria (Francesa Hayward), una gata blanca que es abandonada por sus dueños y termina por unirse a la banda de los gatos jélicos, un grupo de felinos que esa misma noche se reúne para tomar la decisión de cuál de ellos será escogido para ascender al Heaviside Layer, una especie de nueva vida en la que el elegido podrá ser lo que siempre ha deseado.

Probablemente hayan escuchado sobre Cats y se hayan formado una opinión sobre los efectos digitales, que todavía recibieron un último retoque tras su estreno en Estados Unidos, con los que Hooper optó por convertir a su elenco estelar (entre los que se incluyen Judi Dench, Idris Elba, y hasta la propia Taylor Swift), en mininos antropomórficos, pero más que redundar en ese resultado extraño, optaremos por retomar qué si hizo bien, y entender qué fue lo que salió mal y por qué. Aunque no les mentiremos, es difícil rescatar algo, bueno, las interpretaciones musicales, que uno no termina de gozar por lo incomodidad que generan los personajes en pantalla, y estamos seguros que eso no fue adrede.

Quizá de lo más que se ha hablado son los efectos. Se sabe que esta técnica audiovisual fue metida con calzador. El equipo a cargo trabajó presionado, con poco tiempo para refinar los detalles, y eso se nota. Cats - 29% obliga a preguntarnos qué tan necesario era usar efectos fotorrealistas para contar las historias de estos felinos. Justo este año comprendimos, con El rey león - 40%, que el CGI que ayudan a que el público tenga una experiencia más realista de lo que ve en la pantalla grande, no es suficiente, y estos no sostienen por sí mismos una historia, por más querida que ésta sea. Y eso se vuelve a comprobar con esta adaptación. Quizá usar de lleno gatos digitales, o efectos prácticos como en la obra de teatro, hubiera tenido una mejor recepción.

Esto lleva al segundo punto: el argumento de la cinta. Cats es un musical bastante inusual. Su versión teatral no es para todo público. Casi al igual que en la película, la obra es completamente cantada (el llamado sing through) y se compone de número tras número de cada personaje gatuno presentándose. Realmente, los hechos de la historia no son necesariamente las razones que la han hecho, hasta la fecha, el cuarto musical más longevo de Broadway, lo es el espectáculo visual, dancístico y musical de ver al elenco como gatos. Luego de ver esta película, parece confirmarse que lo que funciona sobre las tablas de un escenario no siempre tiene el mismo resultado en el cine, o no en todas las ocasiones.

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Hooper se percató de lo extraño que el público encontraría el mundo del musical en cierta medida. Es por eso que una de sus modificaciones más evidentes respecto al material original, es usar a Victoria, y su perspectiva como el nuevo gato de la banda, para guiar al espectador por las tradiciones de los jélicos, pero este esfuerzo resulta vano por los puntos que ya mencionamos. Ni siquiera el talento musical, humorístico y dancístico de su elenco puede rescatar el tremendo embrollo de los efectos y la desenfocada trama. Por ejemplo, cuando llega el momento de que Grizabella, otra de las protagonistas aquí interpretada por Jennifer Hudson, cante “Memory”, el que debería ser el punto más alto del musical y el más dramático, se arruina porque el espectador está mas concentrado en la rareza de los detalles de los efectos digitales sobre su rostro.

Cats - 29% es una tremenda lección sobre cómo la intención de crear un espectáculo visual puede acabar terriblemente mal si no se tiene una base narrativa sobre la cual trabajar. No hay ninguna razón por la que el público vea este filme en lugar de la obra, quizás el morbo los lleve a ver el que sin duda es uno de los peores filmes del año, no digan que no se les advirtió que este gato no cae de pie.

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