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Videoteca Tomatazos | Hondo (1953)

Cuando se habla de western es inevitable mencionar una de sus principales figuras: John Wayne. El actor nacido en Winterset, Iowa, Estados Unidos, protagonizó varias decenas de cintas que lo inmortalizaron como una de las más importantes figuras del género

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Cuando se habla de western es inevitable mencionar una de sus principales figuras: John Wayne. El actor nacido en Winterset, Iowa, Estados Unidos, protagonizó varias decenas de cintas que lo inmortalizaron como una de las más importantes figuras del género

POR Enrique Figueroa Anaya -

Uno de mis géneros cinematográficos favoritos es sin duda el del western clásico. Lo agreste del territorio que sirve como escenario del género me ha parecido siempre fascinante. Del mismo modo ha atrapado siempre mi imaginación la lucha entre los nativos, quienes defienden sus tierras de los invasores estadounidenses, y los colonos estadounidenses, quienes a su vez avanzan en su mayoría buscando un futuro para sus familias. Al final, lo que más me atrae del género western, es sin duda la representación del honor, del valor de la palabra y del respeto que por lo menos en el cine se representaba de una lucha que lamentablemente en la vida real no fue tanto como se nos pintaba.

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Cuando se habla de western es inevitable no mencionar a una de sus principales figuras: John Wayne. El actor nacido en Winterset, Iowa, Estados Unidos, protagonizó varias decenas de cintas que lo inmortalizaron como una de las más importantes figuras del género. Desde luego que muchas de las cintas más recordadas del histrión tienen también a otro emblema del género como lo fue el realizador John Ford, sin embargo Wayne tuvo otras cintas memorables que vale la pena recordar. Una de ellas, favorita de muchos, es Hondo (1953) de John Farrow.

La cinta nos presenta en una primera escena a un extraño que bajo el inclemente calor del desierto se acerca poco a poco a una casa literalmente en medio de la nada. El extraño, como suponemos, es nada más y nada menos que John Wayne, quien interpreta a Hondo Lane, nuestro protagonista. En aquel hogar, alejado y aislado, se encuentra Angie Lowe (Geraldine Page), joven y entusiasta madre de un valiente chico de seis años llamado Johnny (Lee Aaker). El temor por la presencia de Hondo abandona pronto a la dueña del sitio, pues observa en él a un hombre si bien peligroso, ante todo a un hombre con honor. Angie le repite a Hondo que espera a su esposo quien salió del lugar; pero Hondo no le cree, la piensa sola en un sitio donde resulta, junto a su hijo, presa fácil.

Desde el inicio nos quedan claras las características de los personajes. Acompañando a Hondo está un canino llamado Sam, mismo con el cual el pequeño Johnny quiere jugar; Hondo se lo prohíbe, es más, le pide a Angie que tampoco le de comer: Sam es un perro independiente que únicamente sigue a Hondo y que debe seguir así para no mal acostumbrarse a la compañía. “Todos necesitan a alguien”, le replica Angie a un Hondo quien se ha acostumbrado a la soledad y a no depender nunca de nadie. Mientras, Johnny observa la dureza de Sam contrastada con el cariño de Angie.

Los ingredientes del nudo en la trama se nos van presentando poco a poco, y es que es inevitable que el conflicto entre nativos y colonos termine por hacerse presente. Una aparente tregua entre los apaches del lugar y el ejército estadounidense, se nota cada vez más endeble. A pesar de que Angie sostiene una y otra vez que la paz es algo que se les ha garantizado, Hondo no se fía: su experiencia es una vez más la guía de sus decisiones.

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Pensada y filmada como una cinta en 3D, Hondo atrapa por su sencillez. Si se observa, con detenimiento, la cinta no parece haberse pensado en el entonces novedoso formato cinematográfico. Quizá, por ahí, se vislumbran uno o dos escenas que nos pudieran la pista de la explotación del 3D, sin embargo el propio realizador Farrow decidió apostar por incrementar y acentuar la belleza del paisaje que por cierto, no es otro que la del desierto de Chihuahua, México.

La cinta está plagada de momentos y de frases. A uno, que le gusta citar escenas memorables en las películas, le saltan a cada rato los momentos estelares. El cariño que va sintiendo Hondo por Angie y Johnny, el miedo que tiene Hondo por lo que el choque entre soldados y apaches podría significar, así como la relación entre los propios apaches y la amenaza blanca que al final les representará el fin de la vida como la conocían, son tan solo algunos de los muchos momentos que se presentan en la al final muy entrañable y emocionante Hondo.

“El fin de una forma de vida”, afirma con nostalgia un Hondo Lane al final de la película cuando se revela que un ejército de mayor poder terminará con los apaches de los que se acaban de librar tras una muy electrizante batalla final. “Es una pena”, suspira, “es una buena forma”. Y así, cabalgando junto a colonos y soldados, Hondo termina dejándonos con esa misma sensación: la de un género que a pesar de haber sido explotado comercialmente hasta la saciedad, todavía tiene mucho que decirnos en tiempos donde la empatía, el honor y el respeto mutuo siguen haciéndonos tanta falta.

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¿Imperdible? Nada es imperdible, pero sí les aseguro que Hondo les divertirá y les hará pasar sobre todo un gran rato. Si la ven, ¿la comentamos?

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