Tomatazos

La nueva película de James Kent, llega 4 años después de su última cinta Testament of Youth - 83% esta vez una historia basada en la novela de Rhidian Brook . Situada en Alemania post Segunda Guerra Mundial donde ahora se tiene que poner orden en el caos y la miseria que ha dejado el conflicto.

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Viviendo con el Enemigo - 30% nos presenta a Rachel Morgan (Keira Knightley), quien viaja a una destruida ciudad de Hamburgo para reunirse con su marido Lewis (Jason Clarke), un coronel británico que recibe la misión de reconstruir la ciudad. Para cuando deciden mudarse a su nueva casa, Rachel descubre que Lewis ha tomado la decisión de compartir una enorme casa con sus antiguos propietarios, un viudo alemán, Stefan Lubert (Alexander Skarsgård) y su hija que vive atormentada. Este ambiente provocará que se dé paso a la pasión y a la traición.

La cinta toca varias temáticas, una de las más importantes es la relevancia del pasado, la ocupación británica de Alemania al terminar la Segunda Guerra Mundial; los guionistas, Joe Shrapnel , Anna Waterhouse junto al autor de la novela, Rhidian Brook crean una atmósfera cargada de hostilidad y desconfianza. Ambas naciones se encuentran aún enfrentadas y dolidas.

El trabajo detrás del diseño de arte es un punto a favor que ha resaltado la crítica. En particular las secuencias en donde se muestran un Hamburgo destruido. En la que su población lucha por reconstruir lo que fue su hogar. Las actuaciones de los protagonistas son dignas de resaltar, logran desarrollar empatía con el espectador por cada situación a la que se enfrentan.

Sin embargo, la crítica especializada ha resaltado muchos errores e incoherencias en la cinta de James Kent. Como bien menciona Miguel Ángel Pizarro, de E Cartelera: “Teniendo en cuenta que el romance no es creíble, como tampoco el desenlace, de nada sirve que tenga un cuidado y elegante diseño de producción.” Como ya se mencionó, Viviendo con el Enemigo cuenta con un elaborado arte, donde no solo destaca la ciudad destruida, también lo hace el diseño de vestuario muy acorde a la época, su fotografía y su música la cual estuvo a cargo de Martin Phipps, pero que al final queda lejos de conmover y dejar huella entre las películas de época. Termina convirtiéndose en una película común, que no muestra ninguna emoción, con una trama previsible e historia de amor sin ninguna sensibilidad.

Para más críticas en relación a Viviendo con el Enemigo, te dejamos algunas de las más destacadas a continuación:

Adam Graham, de Detroit News:

Sus movimientos de telegrafían a cualquiera que haya visto un romance de época, y su bella producción no puede superar sus innumerables clichés.

Melissa Yeager, de Arizona Republic:

Es una desviación agradable de la historia de guerra típica, pero si hubiera más capas de calidez y conexiones emocionales más fuertes entre los personajes, se podría haber creado una conclusión más satisfactoria.

Peter Howell, de Toronto Star:

Desde el título, la mayor parte del drama en Viviendo con el Enemigo parece que ya pasó fuera de la pantalla.

Ty Burr, de Boston Globe:

Esta película es ridícula y agradable a la vez.

Mick LaSalle, de San Francisco Chronicle:

No hay nada de malo en Viviendo con el Enemigo excepto por una cosa extraña y molesta: verlo es querer estar lejos de su mundo y de todos en él.

Elena Lazic, de Little White Lies:

La presión a la que están sometidos los tres protagonistas se siente realmente afectada, ya que la película sabe detenerse en los momentos moralmente espinosos y dolorosos que conlleva su historia.

Jesús Martín, de Acción Cine:

…una película emocionante y contagiosa, en la que los personajes cobran pronto la carnalidad de los seres vulnerables…

Nestor Burtone, de Otros Cines:

...un ejemplo cabal de cine apolillado; esto es, de un tipo de cine que se hacía hace 25 años y que hoy luce como extrapolado de su tiempo…

Luis Martinez, de El Mundo:

Empalaga ese género de interpretación que consiste en tener permanentemente los ojos al borde del llanto.

Javier Ocaña, de El País:

...la dicotomía entre la humillación y la piedad, que debería haber sido fundamental, acaba perdiendo terreno con tramas colaterales...