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Carnívoras | Una voraz competencia entre hermanas

Carnívoras se consume a sí misma. La fallida historia sobre rencor y competencia entre hermanas queda como un debut regular cuyo mérito radica en su aspecto formal

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Carnívoras | Una voraz competencia entre hermanas

Carnívoras se consume a sí misma. La fallida historia sobre rencor y competencia entre hermanas queda como un debut regular cuyo mérito radica en su aspecto formal

POR Alejandra Lomelí -

El debut en la dirección de los hermanos Renier no es sobresaliente ni porque Yannick Renier y Jérémie Renier han apostado por un mundo que les es familiar o, por lo menos a Jérémie, actor habitual en las películas de los hermanos Dardenne (El Chico de la Bicicleta - 97% / El Silencio de Lorna / La Chica Desconocida - 66%). Ese mundo no es otro que la actuación y el cine, pero cuando Carnívoras llega a su fin, nos damos cuenta que este relato sobre rencores y celos entre hermanas consumió su potencial al prestar más atención a una hechura formal que no complementa el argumento.

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Carnívoras sigue a las hermanas Bernie. Mona (Leïla Bekhti) siempre soñó con ser actriz, pero en los albores de sus treinta y sin recursos, se ve obligada a mudarse a casa de su hermana menor, Sam (Zita Hanrot), una estrella del cine francés con problemas en su matrimonio y debilitada por el rodaje de una película basada en Justine, del Marqués de Sade. Sam es todo lo que Mona siempre quiso ser, pero cuando Mona se muda a la casa de Sam, ésta se convierte en su asistente.

Con un desarrollo pausado, los directores van desvelando la dinámica entre las hermanas y, aunque insertan en el desarrollo escenas como la relación que las hermanas tienen con su madre o los sentimientos que les generan las grabaciones familiares donde se ven a sí mismas cuando eran niñas, las cuales sirven para asestar rasgos sobre una competencia fraterna, éstos son ambiguos, es decir, en ningún momento hay un interés genuino por descubrirlos los antecedentes de la voracidad de Mona por consumir a su hermana.

Aunque la ejecución en los momentos climáticos no es eficaz, los hermanos Renier consiguen plasmar con lucidez la vampirización y la amenaza que supone Sam para Mona. Otro de los aciertos es la cuidada construcción de las atmósferas, quizá el único elemento que nos advierte que un sentimiento malsano puede brotar en alguna de las hermanas.

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Pero lo que sostiene la película es la actuación de Leïla Bekhti y Zita Hanrot. Las actrices se muestran comprometidas con sus personajes y, aunque la construcción psicológica de sus personajes estuvo limitada, ellas le infunden significado a sus gestos, movimientos e, incluso, inexpresividad.

Finalmente, Carnívoras queda como un debut sin mucho sustento, una película con muchos temas en juego, pero, al mismo tiempo, sin nada qué decir o proponer a excepción de su factura formal.

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