Tomatazos

Jennifer (Jen) es la joven amante de Richard (Kevin Janssens), un opulento hombre casado y con hijos. Ambos deciden pasar algunos días en la idílica propiedad de este último, ubicada en una extensa zona desértica e inhabitada. Todo marcha bien hasta la llegada de Stan (Vincent Colombe) y Dimitri (Guillaume Bouchède), un par de amigos del millonario con quienes se reúne año con año para ir de caza, por lo que el dúo viene muy bien armado y con el equipo apropiado para practicar su pasatiempo. Richard les presenta a Jen, y los cuatro pasan una velada conviviendo en relativa calma.

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Sin embargo, la exuberante belleza de la joven cautiva a los recién llegados, y aprovechando una ausencia temporal de Richard, uno de ellos abusa sexualmente de ella mientras el otro se hace de la vista gorda. Cuando el anfitrión regresa y descubre lo ocurrido -y temeroso de que esto se vuelva un escándalo-, le ofrece a Jen irse del país con una jugosa suma de dinero a cambio de su silencio. Cuando ella se niega y demanda volver a casa de inmediato, es agredida por su enfurecido amante, por lo que asustada intenta huir del lugar, y corre hacia el desierto, perseguida por él y sus secuaces. Allí finalmente es arrojada desde un acantilado y dada por muerta.

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Seguros de haberle asesinado (y de que no hubo testigos de su abominable acción), el trío de hombres decide fingir que no ha pasado nada, continuar con las actividades que tenían planeadas y posteriormente disponer del cadáver. Pero no cuentan con dos cosas: que Jen (Matilda Anna Ingrid Lutz) de algún modo logró sobrevivir a la caída (y a un aparatoso empalamiento derivado de ella), y que posee una enorme fuerza de voluntad para luchar por sobrevivir y escapar de ese desierto, y de paso vengarse de sus agresores.

La ópera prima de la francesa Coralie Fargeat es una notable sorpresa. Se trata de un filme de suspenso y acción con características muy particulares. En ella, la cineasta debutante (quien también escribe y edita la película) decide combinar varios subgéneros como el Rape & Revenge, las películas de supervivencia, y el cine Gore, creando un relato duro y violento, por momentos angustiante y donde la sangre brota –literalmente- a litros.

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En su realización, Venganza del Más Allá - 94% consigue destacar gracias a un equilibrio entre una sencilla y austera puesta en escena, impresionantes escenarios naturales, y un diseño visual atrayente. Para lo primero, Fargeat se apoyó en un competente cuarteto de actores encabezados por la italiana Matilda Lutz (mejor recordada por los fans del género de terror por haber interpretado el papel de Julia Black en El Aro 3 - 7%). Para el segundo y tercero, buena parte del crédito se lo lleva el cinefotógrafo belga Robrecht Heyvaert, el cual utiliza una paleta de colores ocres y cálidos que le permiten por un lado resaltar la desértica belleza de las locaciones, y por otro, recrear visualmente un ambiente de calor agobiante y atmósfera inhóspita, donde la violencia y la hostilidad pueden sentirse flotando en el aire, dispuestos a estallar a la menor provocación.

Pero gran parte del atractivo del filme radica en su estilo audiovisual y el uso de algunos detalles como sencillas metáforas que adornan al relato. Visualmente hablando, guarda ciertos paralelismos con Let the Corpses Tan - 92% (Dejen que los Cadáveres se Bronceen, su título en español), de sus paisanos Hélène Cattet y Bruno Forzani, aunque sin llegar a tener ni la vertiginosa edición ni la barroca estilización de esta última.

En cuanto a los detalles, la directora pone especial cuidado en ellos y emplea algunas referencias visuales a modo de símbolos o vaticinios de lo que ocurrirá en la trama. Así, tenemos una jugosa manzana mordida por uno de los personajes y dejada sobre una mesa, y luego se puede apreciar como dicha manzana comienza a llenarse de hormigas, aludiendo al deseo despertado por la protagonista entre los rudos hombres, que comienzan a acecharla. En otra escena, vemos como una hormiga rondando el cuerpo inerte de Jen en el árbol seco, la cual es aplastada por enormes gotas de sangre que caen sobre ella, representando quizá la sangrienta e implacable venganza que en breve se cernirá sobre ellos haciéndolos sucumbir. Y desde luego no se puede pasar por alto la ironía central: que un trío de hombres aficionados a una actividad eminentemente asociada con la virilidad como lo es la caza, terminen siendo presas de una mujer herida y desarmada, pero quien prueba tener mayor fortaleza interna y determinación que cualquiera de ellos. Es quizás por esto que varios críticos han alabado la cinta y han querido ver en Jen a la primera heroína surgida en la era del movimiento Time´s Up, aunque esta aseveración carece de sustento y es injusta con un subgénero que ha existido por décadas y del cual Venganza del Más Allá - 94% es en todo caso, su más reciente encarnación.

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Por otro lado, en ese afán de enfatizar la gran fortaleza de su personaje, la trama exige un poco más de suspensión de la credulidad por parte del espectador, esperando que este acepte no solo que alguien puede sobrevivir a una larga caída y a un empalamiento, sino que además no objete que esta persona deambule por el desierto con una estaca en su vientre, y no muera a consecuencia de la pérdida de sangre o por el daño interno infringido. Ni que tampoco se pregunte cómo (gracias a un pase con peyote) en instantes pase de ser una joven moribunda, temerosa y débil, a una especie de versión de Rambo quien incluso se cura su grave herida con metal al rojo vivo, dejando en su cuerpo un inverosímil tatuaje. Detalles que finalmente, obedecen más a una cuestión de estilo y no de veracidad.

Venganza del Más Allá - 94% no hace sino seguir las reglas esenciales de otros filmes de violación y venganza. Pero sirve como vehículo para demostrar el buen oficio, habilidad y recursos narrativos de su directora. Cualidades que ya quisieran tener otros cineastas “especializados”. Sin duda, un afortunado debut.

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