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Verdad o Reto | Un desafío no superado

Nuevamente los estudios Blumhouse presentan un filme de horror sobrenatural de bajo presupuesto y premisa un tanto peculiar que termina por aportar muy poco al género

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Verdad o Reto | Un desafío no superado

Nuevamente los estudios Blumhouse presentan un filme de horror sobrenatural de bajo presupuesto y premisa un tanto peculiar que termina por aportar muy poco al género

POR Fco. Javier Quintanar Polanco -

Es innegable que Blumhouse es una de las casas productoras de cine de horror mas prestigiadas en la actualidad. Fundada en el 2000 por el ejecutivo Jason Blum, la empresa se ha forjado una destacada reputación gracias a su estrategia de producir filmes de horror de forma independiente y con presupuestos bajos, pero que posteriormente son lanzados y distribuidos a través del mismo sistema utilizado por los grandes estudios.

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Dicha táctica no sólo le ha funcionado favorablemente, sino que además le ha permitido posicionar exitosamente en el mercado (y en el gusto de los amantes del cine de terror) varias franquicias, y convertirlas en referentes obligados del género en el nuevo milenio, como pasa con las sagas de Actividad Paranormal - 83%, La Noche del Demonio - 66% o La Noche de la Expiación - 37%.

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Ahora, Blumhouse ofrece un nuevo largometraje que continúa en la vena del horror sobrenatural, pero que no recurre ni a las casas embrujadas ni a la tablas ouija, sino a un juego tan común y corriente como es Verdad o Reto - 23% (Truth or Dare, en su título original en inglés), protagonizada por Lucy Hale, Tyler Posey , Nolan Gerard Funk y más.

Todo inicia con el viaje de un grupo de jóvenes a Rosarito, México, en calidad de spring breakers. Todo es diversión y despreocupación, hasta que conocen a un muchacho llamado Carter, quien los invita a seguir el festejo en una misión católica la cual se encuentra ya abandonada. Allí, el desconocido los invita a jugar Verdad o Reto, y todos acceden. Pero el juego se torna bizarro cuando él les revela que los ha llevado con engaños, para ofrecerlos como jugadores nuevos, para cumplir con un reto impuesto por el propio juego -que asegura está maldito- y por ello deberán seguir las reglas sin excepción o su vida estará en riesgo. Y después de esta revelación y advertencia, Carter se retira y desaparece.

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Los jóvenes deciden olvidar el hecho y vuelven a casa poco después. Ya allí, retoman sus vidas de modo normal. Pero un día, empiezan a ser acosados por “algo” que los hostiga noche y día, y en cualquier lugar donde se encuentren; instándoles a jugar el juego, ya sea revelando un secreto comprometedor o escandaloso, o llevando a cabo alguna tarea degradante o riesgosa para el jugador u otra persona. Y cuando alguno se rehúsa a participar, recibe un mortal “castigo” suicidándose de modo muy extraño y grotesco.

Los muchachos no tardan en darse cuenta de que lo ocurrido esa noche en México es el origen de este fenómeno, y deberán de echar mano de todos sus recursos y habilidades, tanto para sobrevivir ronda tras ronda, como para averiguar quién o qué es “eso” que los obliga a continuar, y si hay alguna manera de pararlo y detener el juego. Mientras tanto, estarán obligados a confesar públicamente sus secretos más íntimos (algunos de ellos muy incómodos o perjudiciales para terceros) o a arriesgar sus vidas y las de otros.

La responsabilidad de realizar Verdad o Reto - 23% recayó en el cineasta Jeff Wadlow, mejor recordado por haber dirigido la secuela de Kick-Ass: un Superhéroe sin Superpoderes - 76%, y quien se hizo acompañar de Michael Reisz, Jillian Jacobs y Chris Roach para elaborar en conjunto un guión basado en la premisa central antes mencionada y en la cual los protagonistas -buscando su supervivencia- se enfrentan a diversas pruebas que los confrontan directamente con dilemas morales y éticos, y en no pocas ocasiones deberán elegir entre mentir y perder la vida; decir la verdad y quedar expuestos ante todos o afectar con ello a alguien cercano; o de plano arriesgarse con alguno de los peligrosos retos impuestos por la entidad. Y el combustible de la trama es ver hasta donde están dispuestos a llegar al decantarse por alguna de estas opciones.

Una decisión acertada fue situar la narración en el universo de un grupo de jóvenes actuales, habituados a que diariamente, a través de las redes sociales, lean y se enteren de las intimidades y confidencias de todo mundo, sobre todo cuando estas se vuelven virales. De ese modo, a través del relato se explora el qué pasaría si estos muchachos se viesen orillados a revelar comprometedoras e incómodas verdades de forma pública en el mundo real, y tener que lidiar directamente con las consecuencias y repercusiones desprendidas de dichas revelaciones.

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Asimismo, se critica (aunque sea de pasada y a través de su personaje principal) el tema de quienes ejercen el “activismo de sofá”, donde desde la comodidad de sus computadoras personales y usando las diversas redes sociales como podio, se jactan públicamente de ser humanistas, comprometidos y solidarios, abrazando alguna causa altruista, preferentemente aquellas en boga. Pero rápidamente es obvio que su desinterés, altruismo y solidaridad en realidad sólo enmascaran un profundo egoísmo e individualismo dispuesto a manifestarse al cambiar las circunstancias, y la búsqueda del bien común puede pasar rápidamente a un segundo plano cuando de priorizar y preservar lo que más se ama se trata. Lo que se dice no es siempre lo que se hace, sentencia el filme en especial en su escena final.

Pero a pesar de poseer estos atractivos elementos, una premisa poco común -aunque de entrada suena un tanto chusca- y de un guión trabajado a ocho manos, nada de esto es suficiente para conseguir que la obra alce el vuelo, y la trama termina por ahogarse en un excedido (y de a ratos risible) drama adolescente, y por inclinarse hacia los lugares más comunes del género, derivando en algo así como una versión menos inspirada de un capítulo de Destino Final - 33% (otra franquicia famosa) combinada con elementos extraídos y reelaborados de la franquicia de El Aro - 72%. De hecho, el desenlace -bastante anticlimático y ridículo, por cierto- se asemeja mucho al de la tercera entrega de esta saga, al atestiguar la llegada de la fatídica maldición a Internet, y su viralización.

Es así que Verdad o Reto - 23% se queda únicamente en el nivel del entretenimiento más básico, siendo una de las producciones menos logradas de Blumhouse, y simplemente servirá para engrosar su ya vasto catálogo, así como las billeteras de sus productores al generar buenos ingresos en la taquilla. Pero no consigue ser trascendente, ni superar el reto de agradar a los fanáticos más acérrimos o a los conocedores más exigentes del género.

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