Tomatazos

El mes de marzo ha terminado, dejando tras de sí cifras interesantes en lo que respecta a los filmes estrenados en cartelera. En él, se lanzaron comercialmente 40 películas, siendo el mes con mayor cantidad de producciones estrenadas en lo que va del año. En promedio, prácticamente se estrenaron nueve filmes por semana.

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Dentro de esas 40 películas estrenadas en marzo, nueve de ellas fueron producciones o coproducciones mexicanas, el equivalente a 22.5% de lo proyectado en dicho período. Esta representa también la mayor cantidad de largometrajes de manufactura nacional estrenados durante un mes, dando un promedio de dos películas mexicanas por semana.

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Tras concluir el primer trimestre del año, 21 películas mexicanas han logrado exhibirse en la cartelera. En su conjunto, esto equivale al 19% de lo estrenado durante estos tres meses. Lo que permaneció inalterable durante marzo fue lo concerniente a géneros y temáticas presentes en las películas nacionales. Casi la mitad de lo estrenado fueron comedias de diversa índole, todas ellas (en mayor o menor medida) valiéndose de estereotipos sobre la mexicanidad como principal arma. El resto de las producciones se repartió entre un par de documentales (uno de ellos sobre la violencia imperante en nuestro país, otro sobre un peculiar personaje urbano), así como dos intentos por acercarse (desde distintas direcciones y diferentes intenciones) al género del thriller, así como un oscuro drama con atmósferas y tintes pesadillescos.

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Para llevar a cabo el balance de lo que fue el tercer mes de año en lo que respecta al cine nacional, un trío de periodistas y críticos de cine nos brindan sus reflexiones y comentarios. He aquí sus opiniones:

Ulises Castañeda - Editor de Espectáculos en La Crónica de Hoy y Director Editorial de Revista Encuadres.

Se dice que el público (cliente) siempre tiene la razón. Yo creo que es mentira. Más bien son pocas veces. Al menos en el caso del cine mexicano ocurre una situación en la que los especialistas del séptimo arte nos negamos a aceptar que el público la tiene. Y los especialistas tampoco tenemos la razón porque, a menudo el cinéfilo convencional (o no especializado) sigue sus propios instintos porque ve al cine como una forma de entretenimiento y no como arte.
Lo que pasa con el cine mexicano, su público y aquel sector que se dedica a difundirlo y analizarlo, es un fenómeno de incomprensión y desentendimiento natural en cuestión de prioridades culturales y de necesidad básica. Lo que ocurre es que estamos inmersos en una dictadura ideológica de tener la razón.

En un mes en el que el Instituto Mexicano de Cinematografía celebra un nuevo record de producción con 176 filmes estrenados durante el 2017 y en el que se registraron 22.4 millones de espectadores a las 88 películas mexicanas estrenadas en salas, también resultó especialmente alentador el hecho de que este primer trimestre del año parece haber una mejor respuesta del público mexicano hacia su cine pues tan solo en los primeros tres meses ya se ha llegado casi a la mitad de asistencia que en todo el año anterior. ¿Será este año el de la reconciliación del cine mexicano con su público?
En el caso de este mes nos dimos cuenta que el reflejo histórico y social también tienen una razón de ser en el cine mexicano. Filmes como De las muertas, que se estrenó el 2 de marzo, del director Jose Luis Gutierrez, alcanzaron su propio mérito con una historia, que contada a través de un thriller policíaco se buscó acercar al espectador a reflexionar sobre el tema de los feminicidios, que si bien cae en algunos lugares comunes, nos ofrece una perspectiva interesante.

Guillermo del Toro también tiene la razón. En México el cine animado ha crecido en méritos y merece ser apoyado, pero… también hay casos como el de Marcianos vs. Mexicanos - 9%, estrenada el 9 de marzo, en la que los hermanos Riva Palacio, creadores de los famosos Huevocartoon, en su afán de utilizar la sátira como un recurso fílmico terminan por convertir su ingenio en una tomada de pelo desagradable.

El especialista o crítico de cine también tiene su lado de razón en este mes. Con La Libertad del Diablo - 88%, estrenada el 16 de marzo, además de que mantiene la teoría de que el documental goza de un nivel de calidad sobresaliente, demuestra que el cine aún tiene una capacidad poderosa de reflejar la realidad para crear consciencia a través de la conmoción.

El cineasta tiene la razón en el sentido de la libertad y exploración creativa, aunque no tengas los mismos resultados. Si bien, durante el año pasado Issa López se bañó de elogios por su filme Vuelven - 100%, todos bien ganados, no resultó del todo satisfactorio su regreso a la comedia con Todo Mal - 36%, estrenada el 16 de marzo, aunque hay un buen manejo de los valores de producción, el filme termina por caer en la misma monotonía de la comedia que persigue el éxito fácil.

Y al final el público también tiene la razón. Algunos de los filmes más taquilleros del mes fueron Tuya, Mía… Te La Apuesto - 20%, de Rodrigo Triana (22 de marzo) y Hasta Que La Boda Nos Separe - 91%, de Santiago Limón (29 de marzo), un par de apuestas sin tanto trasfondo, la primera manipuladora por el lado del fanatismo futbolero que no alcanza a tener un solo acierto argumental y la segunda con un intento mejor logrado en el sentido de la ocurrencia como recurso cómico; divertida pero un tanto banal.

Abril será interesante, pues tanto La 4ª Compañía - 93% y Sueño en Otro Idioma - 91% son historias que equilibran su sentido autoral con el comercial. Aunque al final, sabemos que todos tenemos la razón.

Nancy Mora - Directora General de Revista Encuadres. También editora de la sección de cultura para Notimex.

El mes de marzo ha sido uno de los más productivos en lo que va del año para el cine mexicano, no solo por el estreno en salas de un total de nueve películas y por los resultados en taquilla -al menos cuatro de ellas se ubicaron en el top 10- sino también por la diversidad de temáticas y géneros que el público ha podido disfrutar en pantalla.
Si bien es cierto que la tendencia hacia la comedia continúa, como lo habíamos visto los meses anteriores, la diversidad que nos ofreció el mes de marzo respecto a la oferta de cine mexicano radica en la posibilidad de poder ver propuestas y temáticas distintas como el documental La Libertad del Diablo - 88%, un interesante trabajo de investigación realizado por Everardo González sobre las víctimas y victimarios del narcotráfico en México con testimonios que confrontan al espectador con una realidad pocas veces vista tan de cerca. La cinta llegó a diversas ciudades permitiendo a más personas acercarse al cine hecho en casa.

Otro ejemplo es El Vigilante - 85%, thriller urbano dirigido por Diego Ros, que sin dejar de ser entretenido, habla de la violencia que vivimos en el país a través de la historia de un hombre que busca hacer bien su trabajo y un día se enfrenta a la inseguridad, corrupción, impunidad y deshonestidad a la que todos estamos expuestos. Con este mismo corte, otro de los estrenos fue De las muertas, de José Luis Gutiérrez Arias, una cruda crítica a la sociedad mexicana, a la violencia contra la mujeres y al inoperante sistema de justicia que existe en México.

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Esta diversidad habla bien del nivel de producción que vive el cine nacional a la par de comedias taquilleras como Todo Mal - 36%, escrita y dirigida por Issa López, quien después del éxito de su anterior cinta Vuelven - 100% se quiso dar un respiro con esta comedia de enredos; o Hasta Que La Boda Nos Separe - 91%, ópera prima de Santiago Limón basada en una película rusa, que engancha por su humor ligero y por mostrar situaciones con las que muchos se pueden identificar, porque quién no ha ido a una boda en la que todo se puede salir de control; o de la mal lograda Tuya, Mía… Te La Apuesto de Rodrigo Triana, quien repite la fórmula de hacer comedia para televisión pero ahora sobre la fiebre futbolera en vísperas del mundial, este mes el público pudo elegir incluso ver una animación como Marcianos Vs. Mexicanos, de los hermanos Rivapalacio o escaparse a la Cineteca Nacional y ver De la Infancia, filme de Carlos Carrera que permaneció enlatado por más de 10 años pero (tristemente) los temas que toca siguen vigentes.

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Esta tendencia positiva que ha vivido el cine mexicano en el primer trimestre del año permite que películas de corte autoral puedan hablarle al gran público mexicano y convencerlo de ir a verlas, no por el hecho de ser mexicanas sino por estar bien hechas y tocar temas que reflejan lo que vivimos, que nos invitan a reflexionar y que afortunadamente se quedan en la pantalla una vez que salimos de la sala.

Cada vez son más las películas que quieren llegar al gran público y en los próximos meses veremos estrenos en fechas sin competencia de blockbusters hollywoodenses que les permitan lograr buenos números en taquilla, porque al final recordemos que el cine es arte pero también busca ser un buen negocio y si hay negocio hay más películas, en un círculo de producción que podría revivir la industria fílmica nacional.

Alejandra Lomelí - Crítica de cine y editora en varios medios especializados. Editora de Base de Datos y Enciclopedia Cinéfila en Tomatazos, locutora del programa Claquetazo y fundadora del blog El Cine que Soy. También participó en 2013 dentro del Talent Campus, la plataforma de networking del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en el rubro Talent Press de crítica cinematográfica.

En lo que va del año, marzo ha sido el mes más nutrido en lo que a estreno de películas mexicanas se refiere (9 películas para ser precisos), y aquí sería oportuno traer a colación aquel acertado refrán que reza que cantidad no significa calidad. Si el primer bimestre trajo consigo producciones más bien olvidables (aunque, claro, con sus excepciones como lo fueron La Región Salvaje - 82% o la muy desapercibida Mañana Psicotrópica), el mes que viene a cerrar el primer trimestre tampoco logrará ser memorable, sin embargo, si podría considerarse un periodo bastante peculiar para las propuestas de corte más independiente en contraposición a los largometrajes que cuentan con una mayor difusión y capital destinados a captar a un mayor público donde la comedia sigue siendo el género principal.

En términos de hechura, narrativa y propuesta estética, los filmes que más destacaron fueron una ficción y un documental, el primero de ellos Nocturno, dirigida y escrita por Luis Ayhllon, es una de esas raras avis que llegan de vez en cuando a la cartelera mexicana, un drama en blanco y negro que entremezcla imágenes oníricas con la realidad, pero a pesar de lo bello que pueda resultar visualmente, estamos ante una realidad transgredida que el director aprovecha para tomar al espectador y llevarlo a desentrañar un turbio pasado; un relato sórdido que captura por su toque de oscuro cuento de hadas e historia de redención que incluso se perfila como una de las mejores propuestas del año. Por otro lado, tenemos La Libertad del Diablo - 88%, un documental del siempre cumplidor Everardo González que si bien, en términos de realización formal no logra evitar la estrategia de las preguntas y respuestas que los documentales más tradicionalistas emplean para extraer el relato, si tiene algunos detalles de realización eficaces que repercuten en sus líneas de reflexión como son la utilización de las máscaras en los entrevistados, gracias a esta decisión que puede pasar como una rareza, González ha elevado el carácter de denuncia del largometraje ya que el discurso sobre los daños del narcotráfico en la sociedad civil, así como los implicados en esta guerra, queda muy bien reflejado en la implementación de las máscaras utilizadas por distintas personas para significar que ellos, somos todos.

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Otra de las propuestas que tampoco tuvo desperdicio llegó durante el último fin de semana del mes: El Vigilante - 85%, otra cinta muy crítica en torno a la violencia urbana que se vive en la Ciudad de México, y aunque esta producción deslumbra por su cuidado diseño de producción en lo referente a la creación de las atmósferas, es en el guión donde faltó ajustar algunos hilos, eliminar situaciones innecesarias y pulir el aire de denuncia que desprende, el resultado final es un filme con una actuación poderosa a cargo de Leonardo Alonso con un mediano toque temerario. Y hablando de cintas atmosféricas está De las Muertas cuyo único mérito fue el querer captar la atención del espectador promedio (ya que su estreno ocurrió en las cadenas comerciales) animándose a explorar un género como el suspenso, lo malo es que esta cinta dirigida por José Luis Gutiérrez busca “sorprender” con un mediocre giro de tuerca que, además, pretende que el espectador se lo crea. Siguiendo con la misma tónica de producciones que se quedan en la zona de confort también se encontró el documental De Puro Aire, el cual tenía a un personaje principal cuyo conflicto de vida habría dado para explotar una reflexión sobre las vidas errantes y los no lugares, pero terminó siendo un docu-drama familiar.

El rubro del cine, digamos, comercial, no tuvo otro rey que la comedia, sin embargo, es aquí donde se sigue adoleciendo no sólo por la evidente poca imaginación sobre las que se desarrollan sus premisas, sino por el regodeo de una comedia vulgar, decadente y estereotipada que busca la risa fácil del espectador a través de revelar las peores características de lo que estos directores y guionistas han entendido de lo que significa ser mexicano. Tengo que confesar que de las 4 comedias estrenadas, la animada Marcianos vs. Mexicanos - 9%; Hasta Que La Boda Nos Separe - 91%; Tuya, Mía… Te La Apuesto - 20%; y Todo Mal - 36%, únicamente pude visionar las primeras dos, esto porque después de verlas mi grado de tolerancia al esperpento, al patetismo y lo grotesco fue rebasado. De este segmento rescato la siguiente reflexión: ¿por qué este tipo de películas siguen siendo las más taquilleras en México?

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