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Tardes de Netflix | La Posesión de Verónica

Inspirada en un caso de la vida real, esta película española llega a Netflix con una historia sobre espiritismo y el poder de lo oculto

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Tardes de Netflix | La Posesión de Verónica

Inspirada en un caso de la vida real, esta película española llega a Netflix con una historia sobre espiritismo y el poder de lo oculto

POR Ruben Martínez Pintos -

Estefanía Gutiérrez Lázaro es el nombre de una joven española que, en 1991, falleció en circunstancias misteriosas. Previo a su deceso su familia y conocidos aseguran que la joven se reunió con compañeras del colegio para jugar a la Ouija, esto con la intención de contactar al fallecido novio de una de las chicas. A partir de aquí las cosas ya no fueron las mismas para Estafanía ni para su familia, quienes residían en el distrito de Puente de Vallecas en Madrid. Al año siguiente de la muerte de la joven su familia aseguró que extraños sucesos ocurrían en el departamento. La policía fue llamada una torrencial noche y los cuatros agentes fueron testigos de varios sucesos que, en su reporte, describieron de raros e inexplicables. Usar esos adjetivos en un reporte policial no es algo común. A la fecha el caso atrae la atención de los amantes de lo oculto y el director español Paco Plaza ([Rec] - 90%) no ha perdido la oportunidad de usar esta premisa para La Posesión de Verónica - 76%. La cinta se estrenó en octubre de 2017 en las salas de cine en México y ahora llega a la galería de títulos de Netflix.

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Cine de horror que gusta usar la frase "inspirada en una historia real" abunda y con este truco publicitario busca hacer con la audiencia lo que muchas veces sus guiones y directores no pueden hacer. En el caso de la cinta de Plaza, las libertades tomadas con el caso son amplias. El nombre de la protagonista cambia a Verónica (Sandra Escacena) y la vemos cuidar de tres hermanos pequeños, mientras su madre, Ana (Ana Torrent, Cría Cuervos, 1976), trabaja todo el día y noche en una cafetería. El padre falleció y la vida para la joven quinceañera no es nada fácil. Eventualmente el suceso de la Ouija ocurre tal cual y nuestra heroína comenzará a vivir una pesadilla donde sombras la acechan a ella y a sus pequeños hermanos.

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Curiosa coincidencia ocurrió el año pasado, poco antes de la llegada de esta cinta a México se estrenó un thriller de suspenso que llevaba el mismo nombre que la cinta de Plaza, Verónica. La cinta dirigida por Carlos Algara y Alejandro Martinez-Beltran por Arcelia Ramírez narraba una historia totalmente diferente. Para evitar confusiones, el filme de Plaza fue renombrada como La Posesión de Verónica - 76%, con lo que la distribuidora causó, sin proponérselo, un problema: reveló un gran spoiler sobre la trama de la cinta española para todo el público, aunque en honor a la verdad, si han visto al menos dos películas de posesiones satánicas en su vida no será difícil adivinar de que va esto.

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Habrá que decir de antemano que el director hace valer el peso de su cámara y nos recuerda porque fue artífice y cocreador, junto a Jaume Balagueró, de una de las sagas de terror más populares en la historia del cine español, [Rec] - 90%. El manejo de la cámara del director habla de alguien que ha estudiado el manual del horror de pies a cabeza. El uso de sombras, cortes abruptos, estridencias en el sonido y otros artilugios del género se hacen presentes en varias ocasiones a lo largo de la cinta. Plaza sabe crear atmósferas, a pesar de que la película no es precisamente un delirio visual. Sin embargo, la historia pierde fuerza conforme avanza y a pesar de la efectividad de varias escenas, el guión no termina de desarrollar varias ideas. De entrada, el padre ausente en la familia (fallecido) parece ser una causa de fricciones, pero esto no se explica adecuadamente. La joven Verónica genera cierto grado de empatía al verla en su rutina diaria de cuidar a sus hermanos, pero su personalidad difícilmente está desarrollada.

La protagonista del caso real
La protagonista del caso real

El otro problema es que las reglas de los entes y de lo que ocurre en contra de la familia nunca parece estar clara. Una monja ciega, que parece sacada de otras cuatro o cinco cintas de horror del pasado, provee información que a la larga no sirve de mucho. Alguien dirá que en el horror todo se vale pero, a menos que seas Dario Argento cuando realizó Suspiria - 90%, hay cintas de horror que en lugar de beneficiarse de la ambigüedad esta puede operar en su contra. Así, la anécdota con la que inicia todo es en extremo débil y se estira por medio de una docena de lugares comunes. No es que cada película de horror este obligada a reinventar el género, pero a estas alturas las historias de Ouijas malditas (una baratija que se encuentra en cualquier farmacia o papelería) difícilmente causan estupor. El querer vincularlo con un eclipse solar, el de 1991, lejos de darle peso dramático hace del asunto algo aún más infantil.

Verónica no es un desperdicio si sólo buscan un puñado de emociones fuertes, pero se ha hecho antes y se ha hecho mejor. Plaza no aprovecha una premisa con cierto potencial y decide hacer algo que fácilmente pasaría por una entrega sin tono ni son de la saga de El Conjuro - 86%. Fuera de querer ponerlos a escuchar a Heróes del Silencio, esta pieza de horror español difícilmente causará alguna otra reacción o efecto que no sea puramente secundario.

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