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Globos de Oro 2018: entre la indignación y la sinrazón

La ceremonia de premiación en Hollywood fue marco de una serie de protestas contra el acoso sexual en la industria

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Globos de Oro 2018: entre la indignación y la sinrazón

La ceremonia de premiación en Hollywood fue marco de una serie de protestas contra el acoso sexual en la industria

POR Ruben Martínez Pintos -

Hollywood está en un severo periodo de crisis de imagen, en la que la meca del cine se ha mordido la lengua con furia. Por un lado, pregona ser una plataforma para contar historias que favorecen a minorías y grupos vulnerables, por otro, la jerarquía de Hollywood aún se rige con viejas prácticas, entre ellas el infame “casting couch”. El ritual de intercambiar favores sexuales a cambio de roles en grandes producciones estás más que vivo y el grueso de los miembros de la industria ha hecho como los monitos: ni ven maldad, ni oyen maldad y se rehúsan a hablar de dicha maldad.

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Durante la gala de este domingo 7 de enero, los Globos de Oro premiaron cintas en las que predominaron las actuaciones femeninas, así como historias que giraban en torno a la vida de mujeres que tienen que enfrentar adversidades. Ya fuera la protagonista de Lady Bird - 97% o la de 3 Anuncios por un Crimen - 93% (en ambos casos con premio a sus respectivas actrices) o de igual manera una historia como la forma del agua de Guillermo del Toro, en la que una mujer sin voz adquiere una por medio de su vínculo con un ser fantástico. Varios medios vitorearon estos triunfos y lo vieron como señal de una industria que cada día hace un mayor esfuerzo para tomar a consideración a las artistas féminas que componen sus filas.

Que la industria premie el talento y no busque cubrir alguna arbitraria cuota de género es algo que se agradece, ya que dar premios por “participación” es quizás uno de los actos de menosprecio más deplorables que se pueden realizar. Que varias voces se hayan alzado en protesta contra el claramente abominable acto de acosar sexualmente a alguien también es loable, pero de buenas intenciones esta pavimentado el infierno. La ceremonia se convirtió en un extraño ritual en el que todos se palmeaban la espalda al ir vestidos de negro y llevar pínes en solidaridad con las víctimas de abuso. Sin embargo, pareciera que las cosas mutaron a una competencia, una para ver quién podía rasgarse las vestiduras con más fuerza. En ese plano, Natalie Portman se llevó el primer lugar con creces.

Previo al número de Portman, Jessica Chastain ya había hablado respecto al eterno mito de la brecha salarial, la cual se ha abordado en varias ocasiones en estas páginas (resumen: los actores en Hollywood ganan de acuerdo a los días trabajados y su poder de convocatoria en taquilla). Cuando tocó el turno a Matilda, el curtido León habría lanzado un lamento de vergüenza ante su actitud en extremo hostil. Al presentar el galardón a mejor director, junto a Ron Howard, la actriz señaló que todos los nominados eran hombres. Esto ha sido aplaudido por varios medios, pero fríamente examinado el comentario de la actriz queda más entre lo frívolo y el capricho. ¿Cuál es el verdadero propósito entonces de los movimientos en pro de la mujer en la industria? ¿Se busca trato equitativo o trato especial? Pareciera que, sin importar cuantos galardones se les den a mujeres, nunca es suficiente para algunos.

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Ya que hablamos de reconocimientos a mujeres, la guru de la autoayuda de millones de amas de casa de Estados Unidos, Oprah Winfrey, recibió un reconocimiento más a su carrera como figura mediática que a su paso por el cine. La dama en cuestión apuntaló el tema pro mujer de la noche con una diatriba en contra del acoso. La misma Oprah que hace unos años se codeaba con Harvey Weinstein, a quien saludaba de beso y risa. ¿Qué podía hacer ella si no sabía…por qué no sabía verdad? En este clima las declaraciones de Quentin Tarantino suenan cada vez más honestas y decorosas: él sabía perfectamente lo que ocurría y admitió no haber hecho algo para impedirlo. Oprah podrá decir misa, pero ni ella ni otros en la noche de premiación se tomaron la molestia de reconocer el valor de Ambra Gutierrez, ¿Quién?

Fue gracias a una grabación de audio realizada por la modelo italiana que los actos de Weinstein pudieron revelarse a la luz pública. La joven fue exiliada de la industria del entretenimiento y el productor trató de comprar su silencio. Sin embargo, eventualmente los medios se hicieron de la grabación en las que el magnate de Hollywood intentaba sobrepasarse con ella. A partir de ahí la lata de gusanos se destapó, pero si no fuera por ella tanto Salma Hayek, como Meryl Streep y la ya mencionada Oprah habrían saludado de beso a un Weinstein que hubiera asistido sin problema a la ceremonia de anoche. ¿Realmente Hollywood ha hecho algo legítimamente útil para limpiar sus filas, o solo se han unido a una pantomima mediática? Lo cierto es que el público ya habló y su desinterés con este tipo de ceremonias se mantiene en aumento. ¿Qué ha hecho la misma Portman por las mujeres de la industria, fuera de incomodar el momento de gloria de Guillermo del Toro? Lo que debería ser un discurso sobrio y frio contra la discriminación es ahora un concurso de gritos y vísceras, algo que se repetirá de manera recalcitrante en la próxima entrega del Óscar.

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