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El Cuarto Rey Mago, de Michael Ray Rhodes, ¿qué dijo la crítica de esta película?

Martin Sheen interpretó para la televisión a Artabán, un supuesto cuarto Rey Mago que intento llegar en la Nochebuena a adorar al niño dios, pero no pudo conseguirlo.

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El Cuarto Rey Mago, de Michael Ray Rhodes, ¿qué dijo la crítica de esta película?

Martin Sheen interpretó para la televisión a Artabán, un supuesto cuarto Rey Mago que intento llegar en la Nochebuena a adorar al niño dios, pero no pudo conseguirlo.

POR Fco. Javier Quintanar Polanco -

La historia de los tres Reyes Magos que viajan a Belén desde el lejano Oriente para adorar a un recién nacido Jesús de Nazaret, ocupa una parte importante dentro de los festejos navideños y de fin de año, y es la anécdota gracias a la cual muchos niños experimentan gran alegría cuando, al despertar cada mañana, se encuentran con juguetes y otros regalos dejados allí supuestamente por este trío de personajes.

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En 1895, el teólogo estadounidense Henry van Dyke escribe un cuento intitulado The Other Wise Man (El otro rey mago), en el cual juega con la idea de que, además de los tradicionales Melchor, Gaspar y Baltasar, existió un cuarto Rey Mago de nombre Artabán, quien también emprendió el largo viaje para adorar al niño Jesús, pero a causa de diversas adversidades que le ocurren en el camino no logra cumplir su cometido.

Dicha historia ha sido llevada a la pantalla chica reiteradas veces, siendo la última de ellas en 1985 (noventa años después de haberse editado el relato original), bajo la dirección de Michael Ray Rhodes (un experimentado realizador televisivo), llevando en el estelar a Martin Sheen, quien a la par de su conocida carrera cinematográfica, ha desarrollado otra en paralelo colaborando en programas de corte religioso.

En esta adaptación, Artabán viaja acompañado de su sirviente Orontes (Alan Arkin) tratando de unirse a la caravana de los otros tres Reyes Magos en su viaje para encontrar a Jesús. Pero no solo no consigue alcanzarlos, sino que se pierde en el camino, y termina por enfrascarse en una interminable búsqueda de más de treinta años, durante los cuales se la pasa auxiliando a cuanta persona necesitada se tope en su camino. Y cuando -por fin- halla a Jesús, este se encuentra a punto de morir crucificado. Tal descubrimiento lleva al cuarto Rey Mago a cuestionarse sobre si sus actos bondadosos y desinteresados valieron la pena al ver que quizás jamás alcance su principal objetivo.

Aunque esta producción logró de algún modo volverse una especie de clásico que es exhibido por televisión en temporadas navideñas y/o de semana santa, la crítica cinematográfica y de espectáculos la ignoró olímpicamente. Ni la presencia de Sheen (y su célebre vástago, Charlie, como el personaje Maximus) ni la de Arkin fueron suficientes para captar la atención de las plumas especializadas.

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Los pocos medios que escribieron favorablemente acerca de ella o bien están vinculados a diversos grupos católicos o cristianos, o tienen un enfoque religioso ya sea en su perfil o en la selección de sus contenidos. Inclusive algunos círculos de estudios bíblicos o diversas comunidades eclesiásticas que fomentan la mejor integración al interior de las comunidades, sugieren el uso del filme con fines didácticos o simplemente para entretener apropiadamente a los integrantes de su grey.

Staff, Christian Cinema:

Una experiencia profundamente conmovedora que examina lo que significa realmente la verdadera fe.

Ken James, ChristianAnswers.net:

Con una buena fotografía y una trama fácil de seguir, es una gran película para ver con la familia, apropiada tanto para niños como para adultos.

Staff, FishFlix.com:

Este clásico filme televisivo es un tesoro navideño atemporal, que vale la pena volver a mirar, ya sea que lo hayas visto hace años o que nunca lo hayas visto antes.

Ed McNulty, Read the Spirit:

Al igual que con Los Miserables, la película puede verse, a través de las vidas de los dos personajes principales, como un estudio en contraste. Artabán vive para otros, sacrificando mucho y ganando mucho, aunque de una manera inesperada. Orontes vive para sí mismo, sirviendo a su amo a regañadientes, y cosecha lo que siembra.

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