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Thor: Ragnarok y por qué el cine de superhéroes actual no lleva un discurso político

Contrario a lo que digan ciertos opinólogos, el cine de superhéroes moderno difícilmente se desenvuelve como herramientas de discusión política

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Thor: Ragnarok y por qué el cine de superhéroes actual no lleva un discurso político

Contrario a lo que digan ciertos opinólogos, el cine de superhéroes moderno difícilmente se desenvuelve como herramientas de discusión política

POR Ruben Martínez Pintos -

El cine popular de cada época y cultura refleja el sentir de los tiempos, del público que acude a observar aventuras cinematográficas que pueden o no ser algo más que un mero escapismo. El italo western y la nueva ola francesa, ambas de los 60, reflejaban los turbulentos días de los movimientos estudiantiles y de derechos civiles que ocurrían en varios países. El noir estadounidense reflejó los sentimientos de una generación que creció con una gran depresión económica, una que los hizo ser escépticos del futuro inmediato. El cine coreano actual ha buscado retratar los enormes escándalos de corrupción que han acontecido en la nación asiática, el cine de la postguerra japonés dio una mirada franca a una sociedad golpeada por la guerra que buscaba renacer de sus cenizas. Cada género y estilo cinematográfico dicta narrativas basadas en las inquietudes que flotan en el ambiente. Sin embargo, pareciera que el cine de superhéroes moderno de Hollywood se ha mantenido principalmente ajeno a esto y ha decidido permanecer cómodamente como un esparcimiento sin mayores ambiciones narrativas.

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Conocidas en inglés como “thinkpieces”, el término se refiere a piezas editoriales que buscan hacer, ejem, “pensar” al lector respecto a algún tema relevante de actualidad. Este tema está relacionado de algún modo con una película, serie, juego de video u otro artículo de cultura pop moderno. Es una forma de clickbait, pero una que busca ser más sutil al cubrirse con el manto del ensayo. Sin embargo, rápidamente queda en evidencia que el texto no busca más que incitar una respuesta visceral y que la supuesta conexión entre el evento social o político y la película en cuestión es nulo. Esto aumentó en frecuencia desde hace un año, con las campañas electorales que dieron la presidencia a Donald Trump, aunque la moda tiene ya algunos años y podemos agradecer a gente como Noam Chomsky y Slavoj Zizek de popularizar este asunto de sobre analizar la cultura pop moderna y encontrarle mil y un significados.

En honor a la verdad, el señor Zizek y Chomsky definitivamente tienen mayor idea de lo que hablan que el articulista promedio. Sin embargo, sus redundantes análisis de algo como la trilogía de Batman de Christopher Nolan, en la que veían señales de “fascismo”, propaganda de la era de Bush Jr y otras tantas cosas que difícilmente imaginó Nolan en la realización de las cintas, sentaron las bases para esta oleada de “thinkpieces” en las que, según los autores, hasta un bobo meme puede ser deconstruido como herramienta de propaganda de derecha. El arte por supuesto puede ser un vehículo para diseccionar ideas y conceptos y promover otros, pero no todo el arte contiene mensajes, metáforas y similares. A veces, una película de superhéroes es simplemente una película de superhéroes, con efectos especiales, combates y humor, nada más.

La reciente serie de The Punisher - 62% de Netflix ha sido acusada por críticos "progresistas" de ser una glorificación de la violencia y las armas, pero lo cierto es que la serie es bastante neutral en sus connotaciones políticas. La crítica a cómo los gobiernos pueden usar a sus fuerzas armadas para fines nada nobles se puede aplicar por igual tanto para derecha como para izquierda, liberales o conservadores. En algunos episodios incluso aparece un estereotipo de "redneck" afiliado a la National Rifle Association y que cree en teorías de la conspiración. Así que no, la serie para nada es esta caricatura que endiosa estereotipos de la derecha republicana. parece que algunos comentaristas vieron más un reflejo de sus propias ideas políticas en lugar de poner atención a la historia de un Frank Castle que no cree en republicanos o demócratas, sólo en la justicia que otorga una bala fría en medio de los ojos.

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Un ejemplo claro de estos golpes de pecho se manifiesta en una reciente “thinkpiece” escrita en cierta página de noticias de cómics en las que señala a Thor: Ragnarok - 92% como una alegoría sobre refugiados, imperialismo y otros temas muy de moda en la actualidad. El/la autora (no quiero mencionar mal el género con que el pueda identificarse) asegura que toda la cinta es un reflejo de, sorpresa sorpresa, los “males” de la administración de Trump y etc etc.

Uno de los primeros párrafos reza así:

“En el centro está la villana Hela, quien básicamente quiere hacer a Asgard grande de nuevo. Los guionistas y el director Taika Waititi se tomaron algunas libertades para poner básicamente a una diosa asgardiana de la muerte como representante del regreso del nacionalismo en el escenario político.”

No hace mucho los realizadores de Star Trek: Discovery - 86% señalaron que los Klingon representaban a la base de votantes de Trump. Por si no han notado el patrón ahí les va: todos los villanos de series y películas actuales son representación de Trump, o mejor dicho, todo lo que estos escritores ven como algo villanesco lo relacionan inmediatamente con el magnate, porque sí y ya, no se hable más.

El texto prosigue con lo siguiente (Spoilers para los que aún no ven la nueva de Thor, ¿qué esperan para verla?):

La precaria paz instaura por Odín se viene abajo gracias a los engaños de Loki en su búsqueda de poder político. La muerte de Odin permite que Hela llegue e instaure su politica de “primero Asgard”.

Hela es una villana megalomaniaca que, una vez más, es la diosa de la muerte. No hay mayor motivación para su personaje que caos, muerte y destrucción. Eso es lo que ella conoce y disfruta y en ningún momento empieza a señalar motivaciones “nacionalistas” o de raza para hacer lo que hace. Ya desde aquí podemos ver que el texto busca imponer la agenda de quien lo escribe, no de la cinta en cuestión.

En la película la idea de Asgard concebida por Odín es que dicha tierra existe porque vive en el corazón de sus habitantes. Esto supuestamente es un ataque contra las ideas nacionalistas segun el autor, sin embargo, en un párrafo viene esto...

Thor ensambla una coalición de aliados que desean porteger Asgard: Loki, un político ingenioso con una nueva responsabilidad, Valkyria, una veterana y patriota que se decepcionó de la clase gobernante…

¿No que el patriotismo y nacionalismo eran algo malo? Aparentemente no cuando lo hacen los buenos. Aclaremos además que en la cinta la Valkyria de ébano admite que se unirá a Thor más por un deseo de venganza contra Hela que por ser una gran patriota, aunque efectivamente el afecto por su tierra aún reside en alguna parte de su corazón. Podríamos seguir con el asunto de que los refugiados de Asgard salieron porque alguien más destruyó su tierra y no porque ellos mismos estuvieran en un conflicto civil interno. En fin, sería explayarse más de lo necesario. Lo cierto es que este “análisis” es reduccionista y simplifica los supuestos puntos políticos y sociales tan importantes para el autor o autora. Cualquiera que haya salido de ver la última cinta de Taika Waititi convencido de que vio una diatriba contra el nacionalismo honestamente no puso mucha atención al humor ameno e irreverente del neozelandés. Aunque por otro lado, hay todo tipo de público y cada quien saca sus conclusiones. Si hay gente que cree que las cintas de Zack Snyder de superhéroes son profundas, todo es posible en la viña del señor.

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